
El Puente Transbordador Nicolás Avellaneda es uno de los ocho que quedan en pie a nivel mundial. Ícono del barrio porteño de La Boca, el puente será reinaugurado a fines de septiembre tras permanecer casi 60 años en desuso.
Sometido a un minucioso proceso de restauración, el puente fue retratado como nadie por el pintor Benito Quinquela Martín. Durante su puesta en valor, se ha respetado su diseño, aspecto y materiales originales.
La idea es que ese viaducto móvil, que conecta la ribera porteña del Riachuelo con la Isla Maciel
vuelva a desplazar su barquilla de orilla a orilla trasladando transeúntes y vehículos como lo hizo entre 1914 y 1960, aunque ahora ya no se tratará de obreros fabriles y peones del puerto sino de turistas ávidos de nuevas experiencias en la ciudad de Buenos Aires.
‘Estamos en la última etapa de esta restructuración, que terminaría a fines de septiembre o principios de octubre, porque estamos sólo a la espera de las lámparas led de funcionamiento independiente para el sistema de iluminación del puente, que no se fabrican en Argentina’, dijo a Angélica Caro, inspectora de obra de Vialidad Nacional a cargo del proyecto.
La especialista explicó que la iniciativa de puesta en valor, que ya lleva más de cuatro años en ejecución, demandó una inversión cercana a los 25 millones de pesos.
Si bien el proyecto ‘tuvo como premisa preservar la estructura original’, incluirá un componente inexistente hasta ahora: ‘un sistema lumínico que realza la estructura metálica’, similar al que tiene la Torre Eiffel de París. ‘Esto permitirá cambiar el color de acuerdo a las necesidades y el puente podrá adoptar, por ejemplo, los colores de la bandera de algún país o de un evento particular’, dijo.
Los puentes transbordadores son estructuras metálicas móviles con sistemas de alimentación eléctrica que vivieron su momento de auge entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, representando una alternativa a los puentes levadizos en aquellos cursos de agua en los que el tránsito terrestre debía convivir con la circulación de barcos de gran calado.
Ese tipo de viaducto consta de dos columnas que sostienen una viga fija, de la que cuelga un vagón que se desplaza sobre el curso de agua, pero sin hacer contacto con ésta y a varios metros sobre el nivel del caudal.
Entre 1893 y 1955 se construyeron 20 puentes transbordadores, de los cuales hoy quedan sólo ocho en pie: tres en el Reino Unido, dos en Alemania, uno en Francia, uno en España y uno en Argentina.
Inaugurado en 1914, el puente argentino tuvo por objetivo facilitar el flujo de los obreros desde y hacia el barrio isla Maciel de la ciudad bonaerense de Dock Sud, que por entonces circulaban preferentemente en bote.
El traslado en la canasta era gratuito, el servicio funcionaba en tándem con una flota de botes que hacían el camino inverso, y podían cruzar al mismo tiempo 30 personas más el tranvía o cuatro automóviles.
Los 77 metros de recorrido se cumplían en poco más de cuatro minutos. El puente dejó de funcionar en 1960 y estuvo a punto de ser desmontado y vendido como chatarra en 1994, pero una movilización de vecinos lo impidió. Dos grandes hitos en el camino de su recuperación fueron su declaración como ‘Monumento y Lugar Histórico Nacional’ en 1999 y la decisión de recuperarlo, adoptada por el Gobierno nacional en 2012. Télam
