Los pobladores de Bir al Abed, 40 kilómetros al Oeste de la ciudad de El Arish, en el norte del Sinaí, todavía no pueden salir del horror que les provocó el atentado del viernes último, contra un grupo de fieles que estaban rezando en una mezquita. Se considera que es la acción terrorista más sangrienta registrada en ese país, ya que hubo más de 300 muertos, entre los cuales 27 son niños.

El presidente Al Sisi, quien prometió responder con “una fuerza brutal” para “vengar a los mártires”, dispuso acciones aéreas bombardeando la zona montañosa del norte del Sinaí, donde se cree que se ocultan los autores del ataque. Todo indica que el atentado ha sido perpetrado por el ISIS, que considera idólatras y herejes a los musulmanes sunnitas sufíes, a quienes habían intimado con matarlos si seguían con sus rituales.

Hay que tener en cuenta que desde que el Ejército derrocó en julio de 2013 al presidente Mohamed Morsi, el Sinaí se ha convertido en el principal foco de violencia en Egipto.

El Sinaí es en la actualidad un punto conflictivo en el que todos los esfuerzos de pacificación han fracasado y que Egipto debe controlar ante la acción de sectores extremistas que hacen que la violencia persista en la zona.