Si bien en el sector empresarial se han apoyado medidas instrumentadas por el Gobierno nacional tendientes al sinceramiento de la economía en paralelo a una disminución de la presión tributaria, entre las que cabe mencionar entre otras:

* Amplio blanqueo tributario y previsional

* Ley Pyme

* Eliminación de derechos de exportación en paralelo al reintegro de exportaciones.

La falta de un plan integral y coordinado, la toma de medidas económicas en forma aislada y las dilaciones entre lo legislado y su instrumentación; en cuyo extremo más burdo se cuenta la dilación en los plazos de instrumentación de beneficios previsionales por descuentos sobre la nómina de empleados, que bajo la “increíble excusa’ de adecuación de sistemas, se ha prorrogado hasta el mes de mayo, hacen que el empresariado local haya confrontado por primera vez desde el inicio de su gestión al gobierno de Mauricio Macri.

 

El Gobierno y los dirigentes industriales acordaron una tregua y un plan
de trabajo conjunto.

 

En una actitud empresarial corporativa, los industriales argentinos entienden que lo efectuado a nivel económico no es suficiente, desconociendo la figura del presidente como uno de los propios, reclaman que su actividad debe ser protegida de la importación y competencia externa. El pretendido proteccionismo, si bien a la vista de los aspectos antes mencionados puede parecer justificado, no los excusa de la falta de compromiso y apoyo a un gobierno que pretende cambiar la realidad económica Argentina.

Los formadores de precios de los productos agroalimentarios en nuestro país no son más de una decena de grupos económicos concentrados e integrados a nivel de insumos y producción; los cuales han mostrado ante la inflación, la inversión e incrementos de productividad, una actitud que deja mucho que desear.

El sector empresarial, cuna y promotor de la figura del actual presidente, ha demostrado en estos años de su gestión presidencial no estar a la altura de la circunstancias, su apoyo a la lucha contra la inflación y la inversión ha sido prácticamente nula, y es en este contexto donde el gobierno recurre a la mención de Guillermo Moreno para resaltar que no todo pasado fue mejor, en una explícita alusión a la necesidad de tener memoria.

Es necesario que este gobierno, que a esta altura parece ser de transición logre el apoyo y compromiso de su principal empresariado local, excluyo en el mismo a las pymes y pequeños industriales no formadores de precios, verdaderos rehenes de la distorsión del costo productivo y logístico argentino. En esta Argentina del reformismo permanente, se requiere más de actitudes y menos de discurso, más de solidaridad y menos de corporativismo, más de cumplir obligaciones y menos de reclamar derechos.