En silencio. Javier Porras, hijo de un comisario retirado, no dio su versión ante el juez. Antes había negado toda vinculación con el crimen de Sanginez.

 

“Si a alguien tienen que culpar es a mí, porque me saqué, me enceguecí pegándole, pero sólo fui yo… acá hay gente inocente, mi patrón (Javier Porras, 36 años, hijo de un comisario retirado) y Cristian (Sánchez, prófugo) nunca hicieron nada”. Fabián Ariel Sánchez (40) no dudó ayer en intentar despegar a Porras y al otro sujeto de una acusación muy grave: haber dado muerte luego de un ataque a golpes, incluso con una piedra, a Paulo Sanginez, un cuidacoches de 31 años, que dormía en la calle y era adicto al alcohol y las drogas. Según la Fiscalía, a las 0,40 del 16 de febrero de 2016, el joven dormía tal vez a causa de la ebriedad a un costado de la calle Avellaneda frente a la distribuidora España, en Capital, cuando recibió una paliza de la que no se recuperó: tres días después murió en el hospital Rawson.

Sánchez y Porras enfrentan cargos que se castigan con perpetua, pues los acusan de un crimen alevoso por atacar a alguien indefenso, y también por el número de personas. Y todo por cuestiones de espacio, pues Sanginez había ultimado a Sánchez para que no ocupara con su novia su lugar en una bodega abandonada detrás de American Cars.

Sánchez (defendido por Néstor Durán) fue el único que habló ante el juez Ernesto Kerman (Sala II, Cámara Penal) y la fiscal Leticia Ferrón de Rago. Porras se abstuvo por consejo de su defensor César Jofré, pero antes había coincidido con la versión de Sánchez, su empleado en un carro panchero en la Terminal.

 

“Hay gente inocente”. Fabián Sánchez intentó otra vez ayer despegar al hijo del expolicía. En la causa, su propia novia y otros testigos lo contradijeron.

La versión de Sánchez volvió a distanciarse bastante de la acusación, pues sostuvo que hubo una pelea que se inició cuando él le recriminó a Sanginez que hubiera manoseado a su novia Victoria Balmaceda. Que ahí Porras los separó y que luego de unos minutos, ya con su pareja, volvieron a cruzarse. Esa vez -dijo- la víctima lo atacó con una piedra y él devolvió el golpe. También negó haberle robado un limpiavidrios, unas zapatillas y una manta a Sanginez. Sin embargo su propia pareja y otros testigos los contradicen.