Fue un tobogán de 34 fechas para San Martín. Una temporada completa en la Primera Nacional en la que el Verdinegro quedó lejos de todo lo que se había planteado en el nacimiento de este proceso pospandemia y con esa decepción en la mano, en el Pueblo Viejo se impone un replanteo total de los objetivos, los métodos y las aspiraciones.
Terminar 13º entre 18, con 9 triunfos, 11 empates y 14 derrotas muestra de cuerpo entero lo mediocre de la campaña verdinegra que tuvo dos entrenadores y aun así, no alcanzo a rearmarse en el camino para pelear por algo. Ni siquiera se metió en Copa Argentina, como para reflejar lo pobre que fue su año.
En los nombres, quiso asomar una estructura con Paulo Ferrari con Pablo Ruiz, Ezequiel Rescaldani, Matías Gimenez y Gonzalo Berterame como puntales de ese equipo que comenzó goleando a Rafaela como local pero luego entró en esa zona de no ser efectivo como local, cediendo puntos decisivos. Pasaron varios rivales que con poco se llevaron todo de San Juan y eso terminó condicionándolo. Para colmo, de visitante, que había sido uno de sus puntos fuertes en el torneo de Transición 2020, fue perdiendo solidez y llegó hasta el cachetazo de Tristán Suárez que lo goleó y decretó la salida de Ferrari.
Llegó el aire nuevo de Facundo Villalba y con la impronta del Luigi, San Martín pareció encontrar una identidad. Jugó mejor, tuvo más volumen de juego pero siguió perdonando y para colmo cometiendo errores decisivos. Así, el protagonismo feliz de sus inicios terminó convirtiéndose en karma para Juan Pablo Cozzani, que de figura pasó a ser villano. Así empezaron a perderse puntos ganados y a estirarse esa racha sin triunfos como local que determinó alejarlo de los puestos del Reducido. San Martín no perdía afuera pero tampoco ganaba adentro y esa combinación fue letal.
En los nombres, con Villalba consolidó varios que no tenían espacio para el entrenador anterior como Gonzalo Prósperi, que fue el comodín en la defensa. Llegaron refuerzos y solamente Martín Rivero pareció estar a la altura de lo que San Martín necesitaba. El resto, sólo sumó al grupo. En lo positivo, la consolidación de Francisco Álvarez y de Matías Giménez tal vez sean los puntos salientes, pero además la presencia de productos de inferiores como Gastón Vega, Leandro Regalado, Franco Aguirre y Brian Nellen le dieron otro aire a una campaña irregular.
Ahora, San Martín tendrá que debatirse en ese dilema de ir por todo con una apuesta fuerte que lleve a pelear de verdad el regreso a Primera, sabiendo que otro año perdido no puede regalar, agradeciendo que no hubo descensos por el covid-19 porque si no, ahora, las urgencias serían otras. Depende de San Martín y su dirigencia.
