Su nombre ya había comenzado a ser célebre y en Reino Unido se movía a sus anchas. Pero Alfred Hitchcock quería filmar en Estados Unidos y Rebeca fue su entrada a Hollywood. Le fue tan bien con la adaptación de la novela de Daphne du Maurier, que la crítica lo aclamó, tuvo 11 nominaciones a los premios Oscar, de los que ganó dos, como mejor película y mejor fotografía. Fue el único galardón de la Academia al rubro película que recibió el realizador en su vida, porque tuvo decenas de nominaciones más y hasta un Oscar honorífico, pero no a una producción.
A 80 años de aquella película fundante de su carrera, una nueva versión de la historia estrena hoy en Netflix (ver aparte), más moderna, menos oscura, en busca de un nuevo público. Distinta, claramente, otra película.
La Rebeca original, protagonizada por Joan Fontaine y Laurence Olivier, tuvo que sortear muchos escollos antes de llegar a la pantalla. Hubo una puja por los derechos del libro, porque tanto Selznick -que estaba por saborear el éxito con Lo que el viento se llevó- como Hitchcock querían filmar el best seller y terminaron como socios.
Luego, estalló la Segunda Guerra mundial y aunque Hitchcock ya estaba en Estados Unidos trabajando, su preocupación lo llevaba a pensar en una Londres bombardeada. Al contexto bélico se sumó un conflicto interno, porque elegir el elenco fue una competencia desalmada y ya en el rodaje los protagonistas no sólo no tuvieron buena química, sino que Olivier odiaba a Fontaine. La novata de 22 años se refugió en Hitchcock, que personalmente decidió supervisar la construcción de "su" señora de Winter.
Rebeca cuenta, en un extenso flashback, cómo una joven dama de compañía conoce en Mónaco a un lord inglés viudo, que la desposa casi sin preguntarle. El idilio cambiaría de regreso a la Masión Manderley, donde el ama de llaves, la señora Danvers (Judith Anderson), le hará la vida imposible, en honor a su señora anterior, Rebeca.
Un melodrama gótico, filmado en blanco y negro por elección, y con un giro narrativo que mostraría que las motivaciones de los personajes no eran las que parecían, conquistó a los espectadores y la crítica del momento, además de convertirla en un clásico que merece ser redescubierto y apreciado bajo la óptica del siglo XXI.
CURIOSIDADES
- Alfred Hitchcock quería hacer antes este film, pero recién accedió a los derechos en 1940 gracias a David O. Selznick. El cineasta era un apasionado de las novelas de Daphne du Maurier, porque Jamaica Inn y Los pájaros también se inspiraron en relatos de la escritora.
- Se popularizó en España en los años 40 y 50 una prenda de ropa que llamaron "Rebeca" por la película de Hitchcock. Se trata de la chaqueta de punto con botones, conjunto de twin set cerrado, que la protagonista Joan Fontaine usa en varias escenas. Chanel había puesto de moda las prendas de punto unos años antes del estreno del filme. Aquellos que analizaron el vestuario de la producción aseguran que con esa "rebequita" se reforzaba la imagen de tímida, recatada y sencilla que necesitaba el personaje.
- Rebeca es el nombre de la película, pero nunca aparece una actriz personificándolo. Está de manera omnipresente en todo el metraje. Tampoco se conoce el nombre de la joven esposa de Maxim de Winter, ni en la novela o el filme. De ese modo se enfatiza la influencia que Rebeca, ya fallecida, ejerce en todos los personajes.
- Más de 20 actrices acudieron al casting al que llamaron (también como estrategia publicitaria) y finalmente el papel de la señora de Winter recayó en la novata Joan Fontaine. Una de las aspirantes fue Vivian Leigh (Lo que el viento se llevó) que había sido recomendada por Laurence Olivier, el protagonista, ya que era amante en ese momento. El que no resultara elegida molestó al actor.
- Olivier le hizo la vida imposible a Fontaine. Hablaba mal de ella y no le dirigía la palabra. Esa situación fue aprovechada por el director para aislarla y agudizar su vulnerabilidad para el papel.
- El papel de la señora Danvers fue para Judith Anderson, australiana que había triunfado en Broadway. Se sintió tan impresionada por participar de un filme dirigido por Hitchcock que en su contrato hizo contar que sólo él podía dirigirla. Su papel es uno de los más recordados del cine clásico y en 2003 fue incluido en la lista del Instituto Americano del Cine de los mejores 50 villanos cinematográficos en el puesto 38.
> La Rebeca de esta era
La versión que sumó hoy a su catálogo Netflix, está inspirada en la novela de Daphne du Maurier y no es una remake del filme de Alfred Hitchcock, aclara el director británico Ben Wheatley que se ocupó de dotar a su trabajo de varios aspectos oscuros y fantasmagóricos de la historia original, ambientada también en 1935, pero con sus propias licencias.
El propio realizador asegura que los personajes de su versión generan más empatía que los de la original. Los nuevos señor y señora de Winter son el actor norteamericano Armie Hammer y las británicas Lily James (La Cenicienta) y Kristin Scott Thomas (Cuatro bodas y un funeral, El paciente inglés) como más benévola señora Danvers.
El director aseguró que de la novela le atrajo la ambigüedad moral y la combinación de géneros. "Empieza como un viaje agradable, unas vacaciones y se convierte en una historia de fantasmas y de asesinatos", describe.
Para James, que leyó la novela cuando tenía 18 años, aunque se trate de una historia de los años 30 cree que tiene alcance actual. "Hay temas interesantes para las nuevas generaciones, sobre las relaciones entre hombre y mujer, ser una víctima y especialmente en la era de las redes sociales, hoy Rebeca es esa mujer de vida perfecta que te hace sentir pequeña y mal pero que no es real, sino una imagen falsa", aseguró la joven actriz.
Una película bisagra para su director
Por Daniel Gil
Dir. Ciclo de cine MPBA
La primera película estadounidense de Hitchcock, "Rebeca", no deja de ser una rara avis en su cinematografía: un film muy fiel al texto original, que la termina convirtiendo en una película casi literaria. Sin embargo es mucho más que una adaptación, es una de las primeras obras cinematográficas que reflexionan sobre la memoria y una de las películas fundantes del recurso que Hitchcock convirtió en género, el suspenso. Una puesta en escena obsesiva, ritual, dentro de la imponente mansión gótica Manderlay, donde cada pequeño detalle trasciende la pantalla; que La Rebeca del título -para beneplácito de los cultores de refranes populares- "brille por su ausencia" y la minúscula e insegura Joan Fontaine sea fotografiada más insignificante, aun en relación al decorado, marcan la madurez de Hitchcock como cineasta. Los planos y contraplanos perfectos, que sirven tanto para subrayar el carácter obsesivo de sus personajes, como para impulsar la identificación del espectador con ellos, junto a las súbitas apariciones de Judith Anderson, que tanto influirían en el cine de fantasmas posterior y el maravilloso travelling encadenado que abre la película terminaban de colocar a Hitchcock, en su primera incursión en Hollywood, en el lugar de un cineasta definitivo. Me enteré que Netflix amenazaba con una remake o adaptación de esta obra maestra, no sé las razones de este desatino, pero como decía Borges "para novedad no hay como los clásicos". Rever a "Rebeca" es, aun hoy, una experiencia inolvidable.