Pasó la noche, amaneció, y el debate en Diputados seguía. Cerca de las 6, en el bar del primer piso, los kirchneristas Emilia Soria y Hugo Yasky pedían por un café que los hiciera aguantar un poco más. A Soria uno de los mozos se animó a decirle que para las medialunas había que esperar unos quince minutos más, y la combativa diputada aceptó sin protestar.
Casi todos los diputados estaban en sus bancas desde pasadas las 3 y media. Es que a esa hora hubo un amague de adelantar el cierre del debate. Los diputados de Cambiemos empezaron a entrar al recinto en tropel y ocuparon todas sus bancas. Algunos con caras de haberse despertado repentinamente de la siesta, como Elisa Carrió. Al parecer, había un acuerdo con Argentina Federal -el peronismo dialoguista- para garantizar los votos y apurar las cosas. Finalmente no ocurrió: se contó que Monzó no quiso correr riesgos de que un conflicto al cerrar la lista de oradores pudiera hacer caer la sesión.
La trasnoche dejó fuertes cruces y chicanas. Uno lo protagonizaron Carrió y el radical K Leopoldo Moreau. Carrió volvió a blandir la teoría de la “conspiración” y el “golpe de Estado” que comparó con el “golpe civil” a Fernando de la Rúa en 2001. “Participaron radicales que hoy están sentados ahí enfrente”, disparó hacia el bloque K. “Moreau me ofreció el Ministerio de Justicia, y también el “Gringo” (Carlos) Soria, su hija no me va a dejar mentir” aseguró, mientras Soria, hija del fallecido ex gobernador de Río Negro, negaba con la cabeza.
Moreau replicó: “Carrió no entiende nada de política, no se me hubiera ocurrido ofrecerle nada a Carrió porque sería un acto de irresponsabilidad institucional. Hace daño al sistema político, todos pasaron por su lengua filosa”. Moreau también fue filoso: chicaneó que dell 50% que obtuvo Carrió en octubre, “el 48% fue de (Horacio) Rodríguez Larreta. Ella tiene el 1,8% que saca cuando va sola”. Rato después, Soria volvió sobre sus críticas de varias horas antes a los gobernadores peronistas que apoyaron la reforma y a sus diputados, a los que había llamado “prostitutas de Macri”. Dobló la apuesta: “Quiero pedirles disculpas a las trabajadoras sexuales por haberlas comparado con diputados y senadores y gobernadores que a pesar de estar rodeados de privilegios se dejan extorsionar. Eligen el interés del dinero antes que el interés del pueblo”.
Hubo otros cruces picantes. Pasadas las 5, el metalúrgico Abel Furlán, del FvP, la emprendió contra otro dipusindical, el petrolero Alberto Roberti (del bloque Justicialista, y presidente de la comisión de Legislación del Trabajo), ausente en ese momento. Dijo que le “avergonzaba” que hubiera dado quórum y que debería estar allí para “votar en contra”.
Otro que puso pimienta a la noche fue Fernando Iglesias. Llamó “frente reciclador” al massista Frente Renovador y entre gritos de “¡gorila!” que le llegaban desde las bancas del FpV sostuvo que “el simpático club del helicóptero trosco-kirchnerista-reciclador no va a poder, no somos la Alianza”, aludiendo a un supuesto intento de desestabilizar al Gobierno.
También hubo duelo entre cordobesas. Alejandra Vigo, esposa del gobernador Juan Schiaretti, se molestó con la camporista cordobesa Gabriela Estévez, por sus comentarios sobre la situación de los jubilados de la provincia.