En el mismo lugar. Nélida Herrera está en la galería de la casa donde realizaron varias tomas para el documental. El algarrobo que estaba en el descampado de enfrente, se secó y sólo queda desierto.

 

El documental realizado por Ricardo Levinton es una joya. Son 20 minutos en los que se condensa cómo vivía la gente de Bermejo hace 46 años. Se nota que la filmación tiene sus años, pero es el único registro que existe sobre la vida de los pobladores. Este documental, una joya del cine y fue elogiado en Europa, salió a la luz tras haber estado perdido durante años.

Casi veinteañero, Levinton se animó a registrar la vida cotidiana del pueblo caucetero. Lo hizo con una filmadora que le regaló su padre.

Para poder registrar cómo vivía la gente de ese lugar perdido en el desierto, tuvo que pasar días enteros allí. Compartió almuerzos y charlas. Se adentró en sus vidas para así registrar cada instante pueblerino. El documental fue uno de sus primeros trabajos fílmicos y uno de los más importantes. Para recibirse de doctor, lo presentó como tesis y fue elogiado por los especialistas en documentales antropológicos más reconocidos de Europa.

Fueron varios los documentales que hizo sobre el pueblo y sus habitantes. Incluso hizo uno sobre la Difunta Correa. Pero Bermejo 1971 fue el primero y el más importante, incluso para él. Esto a pesar de que en 1994 volvió para filmar en ese mismo lugar. Estos materiales se proyectaron también el viernes pasado.

Durante décadas el material fílmico estuvo perdido y hace poco más de un año, cuando organizaba una mudanza, lo encontró. Entonces se puso en contacto con su amigo de toda la vida, el historiador Edgardo Mendoza, para ver si se podía divulgar. En coordinación con la Municipalidad de Caucete esto se hizo realidad.

Mendoza contó que en una oportunidad acompañó a Levinton a realizar registros de imágenes a Bermejo. Incluso recordó lo dificultosas que fueron las tomas del ferrocarril. Algo que hoy se puede resolver con un dron. Pero en aquella época, la creatividad y tener un espíritu arriesgado fueron las características para poder llevar adelante un trabajo que conmovió a todo un pueblo, por más de una hora, el viernes pasado.
 

"Don Ricardo vino con otro hombre y traía una caja para hacer una película. Le pedía a la gente que siguiera conversando como si nada y él, calladito miraba a través de la caja. Después se fue y nunca más supe de él hasta que hace unos meses, mi hija que vive en Mendoza me mostró el documental que estaba en el diario", dijo Nélida Herrera, hija de Wenseslao Herrera, uno de los protagonistas del documental de Levinton y quien lo albergó mientras realizaba el rodaje.

Nélida recuerda perfectamente a ese forastero que llegó para ver cómo se vivía en el lugar. Dijo que era amable y que no tardó en hacerse amigo de la gente. "Mi papá era el presidente de la unión vecinal y don Ricardo vino a parar a mi casa. Estuvo como una semana", contó la mujer que el viernes hacia el atardecer se puso sus mejores prendas para asistir a la histórica proyección. El día de la presentación del documental en el pueblo, Nélida sintió algo que nunca antes había experimentado. Dijo que le emocionaba formar parte de la historia de su pueblo. Cuando comenzó a ver las imágenes en la pantalla que montaron en el playón, la mujer no pudo contener la emoción de ver a su padre bailar, jugar a la taba, almorzar en familia y hasta caminar por el desierto bermejino. No menor fue su entusiasmo a rememorar las épocas en las que las mujeres acarreaban la leña en su espalda, esperaban con ansias las carretas con el agua y realizaban el tradicional amasijo semanal. "Trabajábamos mucho antes. Las cosas acá no fueron fáciles. Había que estar esperando el agua. Parece mentira que todo cambio y que ahora podemos ver todo eso con un celular", dijo Nélida apostada en la primera fila de sillas.