De entrada nomás, la cosa no pintaba bien. Es que la fiesta musical bailable que se programó en la Unión Vecinal Santa Lucía Norte era clandestina: se podía ingresar con un módico pago de $200, el viernes a partir de las 22. Lo que quizá no previeron los organizadores, fue que a esa juntada convocada por las redes sociales irían grupos rivales. Y, como era de esperar, la reunión de complicó: insultos cruzados y alguno que otro botellazo que voló durante el encuentro fueron el condimento previo a un momento que puso los ánimos al rojo: un duelo de rap estilo libre (freestyle), con indisimuladas frases de agresión, sirvieron para un primer round de insultos, trompadas y patadas, en el que una de esas agresiones tomaría luego otra dimensión: Emiliano Olmos recibió un golpe en la cara de parte de Alan Lucero, un chico de 16 años que, sin saber, quedaría sentenciado por ese ataque.
Sucedió que cuando las agresiones cesaron, los contendientes salieron y en la puerta de la sede vecinal, a eso de las 4.30 del sábado, volvieron a cruzarse, esta vez masivamente. Cuando todo pareció calmarse, Lucero intentó ingresar otra vez y en eso otro joven se le acercó y, desde atrás, le lanzó un puntazo que se le coló por el costado derecho de sus costillas y le perforó un pulmón. Dio unos pasos, sangrando, y se desplomó. Llegó muerto al hospital.
Un ataque perpetrado ante tantos testigos, y la cámara de seguridad de un comercio vecino, cuajó en el acto en un sospechoso: Cristian Gabriel Olmos Conturso (18), primo de Emiliano, el chico que había sido golpeado por Lucero.
La venganza pareció desproporcionada por un simple golpe, pero las cartas estaban echadas y el sospechoso lo supo enseguida, porque todo se viralizó.
Quedó detenido cerca de las 9 del sábado, luego de que sus abuelos le recomendaran entregarse.
Tras su detención por orden de la jueza Celia Maldonado, los investigadores dirigidos por el fiscal Francisco Micheltorena, sus colaboradores Adrián Elizondo, César Recio y Agostina Ventimiglia (UFI de Delitos Especiales) y policías de Homicidios, empezaron a desentrañar la trama detrás de la tragedia.
Entonces supieron que el principal sospechoso no tenía antecedentes y que su presente no era el más alentador: una encuesta ambiental reveló que desde que se habían separado sus padres no tenía domicilio fijo, había abandonado la secundaria y consumía drogas (le hallaron restos de marihuana en su orina) a causa de sus "malas juntas". El fallecido no pareció tan alejado de la misma realidad: también detectaron marihuana en su organismo, según Fiscalía.
"No voy a declarar, está todo como lo han dicho, pero eso de la cocaína no", dijo escuetamente ante la jueza cuando le preguntó si daría su versión. Para entonces ya sabía que Fiscalía le imputaba homicidio simple y pedía 6 meses de prisión preventiva en la cárcel, mientras concluye la investigación.
El defensor Faustino Gélvez, sin embargo, se opuso a que pasara al Penal y solicitó que le concedan prisión domiciliaria o en todo caso en la seccional 29na, porque en el Penal "es muy riesgoso, hay parientes de la víctima detenidos allí", dijo el letrado.
Y a pesar de que implícitamente el propio imputado aceptó las sospechas de Fiscalía, Gélvez consideró que no está acreditado el autor, porque del video se desprende que el atacante vestía otra ropa, era de mayor envergadura. Y porque de la mecánica del hecho se desprende que pudo haber un homicidio en riña, es decir un crimen en medio de un tumulto en el que no es posible saber quién fue el homicida.
Al final, la jueza imputó homicidio simple y resolvió que el chico pase al Penal con 6 meses de prisión preventiva.