El Club Social San Juan, con sede frente a la Plaza 25, ahora cuenta con una nueva atracción que le agrega valor cultural e histórico a las instalaciones. Se trata de un enorme espejo de casi 200 años que le donó María Luisa Coria Peñate, descendiente de una de las tradicionales familias sanjuaninas que frecuentaban el lugar con fines sociales y recreativos. Fue instalado en el salón donde se realizan las fiestas de 15 y de casamiento para que toda la gente pueda apreciar su belleza y las quinceañeras y novias puedan usarlo para tomarse fotos.
La donación llegó a fines de 2021, pero recién el viernes pasado fue presentada oficialmente y expuesta al público. "Con esto de la pandemia se nos retrasó lo planificado y nos fuimos poniendo al día con todo. Por eso demoramos en exponer el espejo hasta que el club estuviera funcionando a pleno. Pero ya está expuesto y en un lugar donde todos podrán apreciar su belleza, porque ese es el fin", dijo Gustavo Sambrizi, presidente del Club Social.
El hombre contó que se decidió instalar esta reliquia en el interior del salón de eventos principal para que las quinceañeras y novias lo utilicen de fondo para una foto. Y que fue colocado con todas las medidas de seguridad necesarias para sostener su peso y evitar que caiga. "Es un espejo enorme que mide unos 2,30 metros de alto por 1,20 de ancho y bastante pesado. Así que lo amuramos a la pared con grandes y resistentes tornillos. Además, lo apoyamos sobre el zócalo para que le sirva de soporte. No podemos que permitir que se dañe esta pieza que tiene un gran valor histórico y sentimental", sostuvo Sambrizi.
Según contó el presidente del Club Social, este espejo perteneció a la familia Coria Peñate y data del 1830. Su marco es de madera tallada y labrada a mano de manera artesanal. Como se acostumbraba antaño, este accesorio fue pasando de generación en generación hasta la actualidad. "Perteneció a los bisabuelos de María Luisa, luego pasó a sus abuelos, posteriormente a sus padres y finalmente a ella que lamentablemente enviudó el año pasado y que no tiene descendencia. Por eso decidió donarlo para que no quedara olvidado en un rincón de su casa", contó Sambrizi.
Agregó que tanto sus bisabuelos como sus abuelos y padres eran socios del Club Social San Juan y asiduos participantes de los eventos sociales y culturales que se realizaban en su sede, muchos de ellos protagonizados por la abuela de ella que era concertista de piano y que a menudo demostraba su arte en este lugar.