Tenían la posibilidad de ir a ver el ensayo general, y la aprovecharon. Y a juzgar por las caras al final de cada acto, no se arrepintieron. Un grupo acotado de pequeños y adultos de diferentes instituciones educativas con formación artística -desde el CENS nº 188 hasta de academias de danza- aceptaron la invitación y presenciaron anoche la puesta a punto de Traviata, ubicados en últimas filas y en los palcos.
Se trata de la primera ópera que se estrenará en el Teatro del Bicentenario mañana (ver aparte), en coproducción con el Teatro Argentino de la Plata, con dirección musical de Emmanuel Siffert y escénica de Willy Landin. Los primeros en llegar fueron los jóvenes y pequeños de tres núcleos de la Orquesta Escuela -Rawson, Sociedad Israelita y Sarmiento- de la mano de Jorge Rodrigo y monitores. Prácticamente para todos era la primera vez en el gran teatro, y no hubo detalle que no les iluminara las caritas. Ni hablar cuando ingresaron a la sala principal.
Tras la bienvenida y una sintética explicación a cargo del Director del complejo, Eduardo Savastano (quien despuntó el vicio sobre las tablas) entonces sí empezó el brindis de “bell canto’.
Sentada en la primera fila del palco bajo, Lucía, de apenas siete años y quien conocía el teatro porque -contó- había pasado con su familia en el auto por afuera, esperaba ansiosa. Y cuando
comenzaron a sonar los primeros acordes, empezó a dirigir desde su butaca, totalmente compenetrada con la música, marcando el compás como toda una profesional, con sus manitos en el aire. Todos quedaron impactados con las imponentes voces -locales y foráneas-, la escenografía, los atuendos… y algunos hasta se estiraban en el lugar, tratando de pispear el foso donde tocaban los violinistas “como ellos’.
Traviata se verá el 26, 28 y 29 de abril a las 21 horas en el Teatro del Bicentenario. Entradas desde $100 a $550
Tan bien se portaron todos -vale aclarar que podían seguir la historia, más allá de su sensibilidad, por el nuevo sobretitulado- que los encargados de sala quedaron gratamente impresionados con su comportamiento. Aunque con otros matices, el mismo entusiasmo se notó en los jóvenes de la Escuela de Música, del Polivalente de Artes y de la carrera de Estudios Teatrales de la UNSJ, entre otros, que devolvieron espontáneos y generosos aplausos. Entre ellos estaba Celeste Fuentes, estudiante de segundo año de Teatro, quien de algún modo resumió la idea de todos: aprender, ese era el objetivo. Pero no pudieron evitar soñar, igual que Lucía, con algún día estar del otro lado.
Las selfies fueron, era de las redes mediante, otra de las constantes desde que pusieron un pie en el hall. Con las arañas de fondo, con las escaleras, con el escenario, con los palcos, con las luces… cualquier rincón era bueno para mostrar que ellos también habían estado allí. Y aquí los adultos no fueron la excepción. Incluso en los intervalos, donde muchos, además de comentar lo visto y oído, salieron a seguir recorriendo el teatro, un ratito más.
Un buen espectáculo -aunque fuera un ensayo- para los más entendidos; y toda una velada para los debutantes, que sin dudas no olvidarán su primera vez en el Teatro del Bicentenario -funcionando a full- para ser testigos de esa mágica historia entre Violetta y Alfredo.