Nació en Alemania aunque no tiene la nacionalidad, ya que cuando era muy pequeña su familia regresó al país y es -como dice- orgullosamente argentina. Pero por esas vueltas que da la vida, la sanjuanina volverá al país que la vio nacer a fines de julio, para ya en agosto -cuando cumplirá los 16- sumarse a las filas de la Staatliche Ballettschule Berlin, la reconocida Escuela Estatal de Ballet de Berlín, que aglutina a jóvenes de todas partes del mundo. Y está feliz, no sólo por la admisión tras una rigurosa prueba a distancia, dado el confinamiento por la pandemia; sino porque también pudo realizar uno de sus grandes objetivos: a los 15 años vivir en el país germano o en Suiza (de donde también tiene la nacionalidad) y entrar a alguna de sus escuelas de ballet. Es Valentina Kuchen y no puede más de las ganas de transitar este gran paso en su formación, artística y personal.
Valentina tenía previsto, junto a su padre Ernesto, un viaje para este mes a Alemania y Suiza, para audicionar presencialmente en esa escuela -que ya conocía de una experiencia que realizó en 2020- y en otras europeas. Sin embargo, a pocos días de concretarse, se cancelaron los viajes. Fue una profunda tristeza para la sanjuanina que nunca se rinde, quien siguió adelante con su sueño, entrenando y puliendo sus condiciones; y continuando sus clases de alemán. Comunicada la situación a Alemania, le ofrecieron hacer la audición de manera remota y así fue. Radicada en Buenos Aires desde marzo, para cursar ya presencial en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y en paralelo una escuela privada, alquilaron un salón para que estuviera más cómoda que en el departamento que habitan, preparó todo junto a su "equipo’ -como siente a su mamá Belén Guzmán, a su papá y a su hermanita Victoria; incondicionales a su lado- y el 15 de mayo respiró profundo y se entregó a los requerimientos de maestros y médicos de la exigente escuela, que le tomaron la audición a ella sola (no eran varias postulantes, como habían imaginado), que consistía en varias pruebas determinantes: una de aptitud física que duró algo de media hora, donde le indicaron algunas figuras y posiciones que debía realizar ( plié, tendu, fondue, attitude -foto-, por ejemplo); una clase muy avanzada de técnica clásica en barra y en centro; y también presentó una variación clásica y otra contemporánea: la de Swanilda, coreo de Bárbara Yacovone; y la expresiva escena de la locura de Giselle, adaptada por Magalí Brey, ambas sus maestras. Sobre el cierre de la prueba, hubo notables gestos de interés de parte de la comisión evaluadora, como un aplauso y preguntas sobre si viviría en la escuela, entre otras, pero le dijeron que la próxima semana le avisarían la decisión tomada. No quedaba otra que relajarse y esperar.
"Estaba muy nerviosa pero feliz. Pensaba que estaba bailando allá, lo disfruté mucho la verdad y me sentía bien porque lo había dado todo, di lo mejor de mí. Al final me aplaudieron y eso me hizo muy feliz", cuenta a DIARIO DE CUYO Valentina. Una vez que todo pasó, "dijimos +bueno, vamos a soltar el resultado al universo y va a ser lo mejor+ ; apagamos las cámaras y nos fuimos los cuatro a comer una pizza a Güerrin, que es una pizzería muy conocida acá", relata.
"Yo tenía ese objetivo, era mi deseo a los 15 años irme a vivir a Alemania y entrar a una escuela alemana o suiza". Valentina Kuchen
Finalmente, el pasado 20 de mayo llegó el esperado mail y con la mejor noticia: le decían que estaban felices de anunciarle que había entrado a la escuela y le pedían otros detalles. Valentina estaba justo en clase de repertorio del Colón, pero no pudo contener las lágrimas. "Le decía a mi papá +No puede ser, me estás mintiendo+, lo agarraba, le decía +no me hagás esto+, lloraba, saltaba, +¡lo logré, lo logré! no lo puedo creer+’, sonríe la talentosa y determinada mujercita, que tras el veredicto debió avisar que dejaba el Instituto del Colón y también otras audiciones que estaban pendientes en otros países, porque claramente su inminente destino es Alemania.
"Ella es hasta medio cabeza dura y quería esa escuela, es una especie de escuela del Colón, una escuela estatal grande, gratuita, donde hay mucha concurrencia de todas partes del mundo y se entra por mérito’, acota orgulloso su padre, quien también la ayuda con la lengua de su ascendencia. Allá la espera un magnífico campus donde seguirá la escuela de ballet hasta el 2026, cuando egresará y tendrá la oportunidad de audicionar e ingresar a alguna compañía, aunque claramente la escuela es el semillero del Ballet Estatal, una gran posibilidad. Pero también continuará su formación secundaria y la apoyatura en idioma alemán, en el que ya se desenvuelve y que fue otro punto a favor a la hora de la selección. "Es como un gran internado donde vivís y tenés todo, es impresionante’, resume encantada con su nueva vida la joven bailarina. "Siento que me van a tratar muy bien, que rápidamente me voy a integrar, que voy a tener amigas nuevas que me van a orientar, que me voy a poder comunicar bien, que voy a avanzar por la formación que me van a dar, que voy a poder madurar y crecer en lo que me gusta, y además tener todas las clases en alemán… Es una sumatoria de cosas que me fascina, voy con expectativas muy positivas’ expresa locuaz Valentina, que tenía esa meta muy clara y trabajó arduamente en consecuencia. "Yo tenía ese objetivo, era mi deseo a los 15 años irme a vivir a Alemania y entrar a una escuela alemana o suiza. No había otra, era eso, porque me encanta el idioma, siento esa conexión con esos países… Claro que soy y me siento argentina también, ¡y me encanta! porque además Argentina me dio toda la formación que tengo y estoy sumamente agradecida. Cada clase, cada maestra que tuve, cada corrección que pasé me sumó y es sumamente importante. Pero ese era mi sueño y estoy tan feliz de haberlo logrado’, confiesa en medio de este gran salto en su carrera artística y ya haciendo espacio para los nuevos sueños que vendrán… hasta que llegue ese momento que no está fuera de sus planes: volver a su país para entregarle todo lo aprenda afuera.
