Desde que las clases pasaron a la virtualidad, se han ido modificando muchas cosas de la escuela tal como la conocíamos. Los docentes han debido rápidamente adaptarse a elaborar sus contenidos de manera que los estudiantes puedan llevar cierta regularidad en un proceso de aprendizaje mediado por la distancia. Las familias, puertas adentro, también tuvieron que poner voluntad para acceder a ese material y cumplir con las tareas.
Según revela el informe de "Covid-19 en Argentina: impacto socioeconómico y ambiental" de Organización de las Naciones Unidas, el 18% de los adolescentes de entre 13 y 17 años no cuenta con Internet en el hogar y el 37% no dispone de dispositivos electrónicos para realizar las tareas escolares, valor que trepa al 44% entre quienes asisten a escuelas estatales.
La Fundación VOZ ha elaborado un informe detallado sobre la situación de la escuela secundaria y los efectos del alejamiento que produjo la cuarentena en el nivel medio. Allí se describe una situación de desigualdad profunda que se ha producido al llevar la educación a las casas. En cada hogar se encontraron obstáculos distintos para avanzar en el calendario escolar: baja o nula conectividad, un dispositivo electrónico para toda la familia o compartido entre varias, falta de competencias digitales tanto de padres y madres como estudiantes, entre otros.
Alberto Croce, director ejecutivo de la Fundación VOZ contó cómo llegaron a un número tan alto de posible deserción escolar post cuarentena. La modalidad de educación a distancia fue exitosa sólo en un 65%. Aquí hay que señalar que "no estamos hablando de que aprendieron mucho o bien, si no que han tenido algún tipo de participación". Luego hay un 20% de chicos que han mantenido un contacto con los profesores, es decir que "no hay un vínculo pedagógico en este tiempo".
Según la investigación que realizaron, Croce asegura que "hay 400.000 chicos en el país con los que la escuela no tuvo ningún tipo de contacto". Por lo que hay un 10% del total de estudiantes del que "no sabemos nada". Lo grave, según indica el presidente de la "Campaña por el derecho a la educación" es que en este universo contemplamos la escuela estatal, privada, rural y periférica, por lo que si bien el promedio nacional son esos diez puntos, en algunos territorios este número asciende al 40%.
En un primer momento cuando se decidió suspender las clases presenciales y pasar a la virtualidad, empezaron a aparecer los problemas de conectividad. Esto se trata no sólo de tener un acceso limitado a la conexión a Internet, si no también la disponibilidad de dispositivos electrónicos para hacer uso de la misma. Pero hay un tercer elemento, señala el especialista, que tiene que ver con "cierta actitud personal" para poder hacer una educación a distancia. Incluso antes de la pandemia muchas personas que intentaron hacer algún curso de manera online, lo abandonaron. Por lo tanto, "qué nos hace pensar que un chico o una chica que nunca se lo propuso, lo está pudiendo sostener", se pregunta Croce. "Lo cierto es que es muy difícil sostener esta modalidad de educación virtual o a distancia porque no estamos formados para eso y a veces pensamos que porque vemos a los chicos con los celulares, esto lo tienen resuelto. Esto es un error muy grande".