Hasta los 21 años, Primoz Roglic, no tenía idea que su futuro deportivo no estaba en el Sky, deporte que abrazó desde niño motivado por las cimas nevadas que rodeaban su casa en su Eslovenia natal. Compitió desde 2003, cuanto tenía 13 años, en la copa continental masculina. En 2006 ganó con el equipo de su país la medalla de plata en el Mundial juvenil. Al año siguiente se dio el lujo de ganar la medalla dorada, con la cuarteta que integró junto a con Jurij Tepe , Mitja Me nar y Robert Hrgota. Cerró su carrera como esquiador en 2011 al lograr cinco podios en la copa continental masculina de saltos de esquí, incluidas dos victorias.
El mismo reconoció en un documental sobre su vida, que cuando era joven no tenía miedo a nada, y saltaba 200 metros sin moversele un pelo. Pero. En cada historia siempre hay un pero, tuvo un accidente, se rompió la nariz y tuvo una conmoción grave, insistió tres años más con el Sky, hasta que se dio cuenta que perdió la motivación. Tenía 21 años, y aunque había intentado saltar como antes, nunca llegó a ser el mismo. En ese momentos tomó conciencia que nunca sería campeón olímpico saltando, decidió cambiar de vida.
Desde que tomó la decisión de iniciarse en el ciclismo, los sky son elementos que suele utilizar de vez en cuando, y cada vez menos, para evitar una lesión. "A veces salgo pero solo para disfrutar la sensación de deslizarme con ellos, los saltos son un un lindo recuerdo", explicó en una nota dada a la prensa española, tras ganar su primera, de las tres Vuelta, en 2019.
Al comienzo no sabía andar en pelotón, y no comía en las carreras porque no sabía soltarse de manos para recibir el bolsín con el abastecimiento. Su vida cambió a los 27 años, cuando fue fichado por el equipo neerlandés del Jumbo Visma, donde creció hasta convertirse en un fenómeno, que a los 33 abriles sobrevive en un pelotón dominado por veinteañeros. A este Giro de Italia, logrado ayer suma tres Vuelta a España, una Lieja, un oro olímpico, dos Tirrenos, dos Romandías, una Dahuphiné, una París-Niza, una Volta a Cataluña, dos Itzulias… Una campaña que pocos en la historia igualan.
Después de agradecer a cada uno de sus compañeros por el apoyo para ganar el Giro, este gladiador de la bicicleta expresó: "Siempre hay que luchar, nunca hay que perder la esperanza".