La boca lastimada y un hematoma en la parte posterior del cerebro que resultó letal. Según fuentes judiciales, esas conclusiones en el informe de la autopsia sobre el cuerpo de Ernesto José Vega (43 años, trabajaba en la municipalidad de Capital), perfilaban anoche una posible definición en la situación del único sospechoso de causar esas heridas de una trompada: su hijo Jonathan, de 22 años. Si se confirma esa teoría, el joven podría ser acusado de homicidio preterintencional, un delito que se configura cuando el autor tuvo intención de causar un daño en el cuerpo o la salud de una persona pero no su muerte, porque se supone que el medio empleado (un golpe de puño) no podría haber causado ese resultado. Ese delito, es excarcelable.
En el homicidio preterintencional se supone que el autor no tuvo intención de matar.
La principal hipótesis de los investigadores era que padre e hijo discutieron alrededor de las 2,30 de ayer en la casa de ambos en la calle Pellegrini, entre José Ingenieros y Hernández, en el barrio Güemes, Rawson. Y que en medio de ese cruce verbal, Jonathan descargó un furioso golpe en el rostro de su padre y lo mandó contra una pared de la casa, en la que golpeó con la cabeza, indicaron.
¿Por qué discutieron? Se supone que padre e hijo vieron el partido de Argentina vs. Uruguay con otros municipales compañeros del padre. Y que Jonathan discutió con al menos uno de ellos, situación en la que medió su papá. Cuando se fueron las visitas, padre e hijo volvieron a discutir y en esa ocasión, al parecer, saltaron "viejos rencores" que derivaron en una reacción explosiva del hijo. En la casa estaban la madre y al menos otro hijo de la víctima, indicaron.
Cuando el dueño de casa cayó, todo fue desesperación, porque no hubo forma de reanimarlo. Instantes después, arribó al lugar el coordinador de la UFI de Delitos Especiales Adrián Riveros, sus colaboradores Fabricio Poblete, Francisco Pizarro y Pablo Orellano, los investigadores de Homicidios y Personal de Criminalística. Recabaron toda la evidencia para cerrar el desgraciado crimen doméstico.