Confesión parcial. Germán Ariel Arrabal (45) admitió que sólo violó una vez a la niña para atenuar su responsabilidad, pero las pruebas lo complicaron mucho más.

Hubo un momento en que la niña recurrió a un último intento por frenar los ultrajes de su padrastro: como mecanismo defensivo -explicaron los psicólogos- entraba en crisis respiratorias y se desmayaba. Pero no funcionó: su padrastro, el empleado municipal Germán Ariel Arrabal (45) igual la sometía. Para entonces eran tan evidentes los síntomas de una víctima de abuso que presentaba esa chica delgada y desganada (presentaba angustia, vergüenza, culpa, sensación de desamparo) que incluso se autoagredía con cortes y tenía ideas suicidas. Un día no aguantó más. Con apenas 13 años agarró sus cosas y se fue a la casa de su tía y le contó su terrible drama. También que el sujeto la golpeaba, a ella y sus hermanos, con una ojota con un clavo, y que su mamá estaba al tanto de todo y no hacía nada.
En junio de 2015 y con dos internaciones a causa de sus crisis, los profesionales del Hospital Rawson detectaron los claros signos de abuso. Y el sospechoso fue denunciado y detenido.

Pero no admitió su responsabilidad. Sin embargo los informes psicológicos de ambos confirmaron la existencia del delito. En Cámara Gesell, el relato de la menor fue considerado coherente y sin fabulación. Y al empleado público lo describieron como alguien impulsivo, con escasa tolerancia a la frustración, inmaduro y perturbado sexualmente.

La niña dijo que Arrabal la golpeaba con una ojota con un clavo.

También alguien con rasgos psicopáticos: ‘Los otros le interesan bastante poco, siendo menos sensible a las necesidades e intereses de terceros. Trata al otro como cosa’, dijo uno de los psicólogos que lo entrevistó.
Arrabal se negó incluso durante el juicio en su contra, hasta que acorralado por la evidencia admitió sólo una violación. Y ese relato fue la base del argumento de su defensa para pedir 6 años de cárcel.

Sin embargo, para el fiscal Gustavo Manini se probó que violó y corrompió a la niña, y que esos delitos se agravaron por la situación de convivencia. Pidió 13 años de castigo, y esa pena le impuso ayer el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) aunque consideró que los hechos configuraron abusos gravemente ultrajantes y violaciones, dijeron fuentes judiciales.