FOTO Gentileza Iván Manrique 

El mural terminado. El artista debió adaptar la obra al formato y dimensiones de la pared, ubicada en el centro de la ciudad, cerca de la plaza principal. 

 

Cuando hace un tiempo el artista Iván Manrique se topó con un registro de su paisano, el fotógrafo Roberto Ruiz, sobre la demolición de una tradicional casona de Jáchal, adonde se reunían los hombres mayores del pueblo para conversar, entre ellos sus abuelos; sintió que se le iba un pedazo de historia. De ese dolor nació Archipiélago de adobe, un concepto que plasmó en varios cuadros reunidos en una muestra individual, con la que en 2020 inauguró galería Artify. Casonas, objetos y lugares simbólicos del lugar, que aferrados a islotes, terrones o cascotes -como explicó- flotan sobre un radiante cielo celeste. "Así los pongo en estado, en valor, a modo de universalizarlos. Tolstoi dijo Pinta tu aldea y serás universal; y eso hice", contó a DIARIO DE CUYO el muralista, quien participó con un fragmento de esa temática en el Premio Franklin Rawson a las Artes Visuales (está expuesta junto a otras obras seleccionadas en el Museo Provincial de Bellas Artes) y que también la eligió para concretar su primer mural en su tierra. "Quería pintar un mural en Jáchal, porque ahí nació el Archipiélago de adobe…", comentó Manrique, quien gracias a la gestión de Vanesa Aballay, docente de la UNSJ que elevó la inquietud; y a la comuna norteña, a través de su director de Cultura, Emiliano Rubia -que puso todo lo necesario a su disposición- el artista pudo dejar su huella. "Me he sumado a los murales que ya están en el pueblo", apuntó el autor de otros murales en Capital, Albardón y San Martín.

Iván Manrique, el muralista, se considera un artista "muy territorial para pintar"

 

Munido de aerógrafos, pinceles y aerosoles, junto a Federico Peralta, colega y colaborador, empezó a proyectar en la pared blanqueada de 11 x 4 metros, ubicada en Rawson y San Juan, una zona muy transitada a una cuadra de la plaza departamental y también de aquella casona que dio origen a todo. Poco a poco, el cielo de pintura que iba fundiéndose con el de su tierra comenzó a atrapar a los transeúntes y a estar en boca de todos. 

"No sé exactamente por qué, quizás la pandemia, volver a celebrar la Tradición que está tan arraigada en nosotros, también hay una diferencia cultural… había algo en el aire, me sorprendió. También debe ser que el concepto de la obra es muy territorial, porque aparece un fragmento del Molino de Huaco, una compuesta de riego y en otro islote un poste… La gente entiende que hay adobe y Jáchal es básicamente la capital del adobe en la provincia, porque todavía quedan muchas casonas centenarias. Yo soy muy territorial para pintar, muy patrimonial, autóctono… El concepto de la obra tiene mucha identidad y la gente lo ha captado. No hace falta explicarlo, se tiene que sentir. Lo que está claro es que el mural es puramente social, comunitario, ya no me pertenece", intentó explicar la repercusión. 

"La reacción de la gente fue impresionante, cómo se empezó a movilizar, se acercaba, me daba cariño, me llevaban agua, me regalaban tortitas jachalleras, me ofrecían sus casas, sacaban fotos e hicieron una gran movida en las redes… Yo he pintado varios murales y si bien he tenido esa devolución, esto ha sido otra cosa", contó aún conmovido Manrique, quien una vez que dio su última pincelada al mural, tres días después, pasó por algo que pocas veces experimentó: "No es un melodrama, pero no entendía lo que me pasaba, no podía parar de llorar, no me podía contener. Un impacto emocional tremendo", confesó el artista, padre de cuatro hijos, que trabaja en el ámbito del diseño gráfico y la ilustración, quien retomó la carrera de Artes Visuales y que tiene en vista una exposición en la Casa de San Juan en Buenos Aires en mayo de 2022. Y agregó: "Ha sido determinante, un antes y un después para mí haber hecho ese mural en mi pueblo, por lo que la gente me ha manifestado y porque si bien venía pensando mi obra, fue en ese momento que terminé de comprenderla".

 

Proceso y detalle. Manrique trabajó día y noche para terminar este trabajo que para él marca un antes y un después en su historia personal y artística.