En las últimas décadas la Argentina ha tenido que soportar una serie de situaciones que la han sumergido paulatinamente en una profunda crisis financiera, económica y social que le está costando remontar. Además de la pandemia, que afectó a todo el mundo sin excepción, sucesivas gestiones de gobierno se han encargado de que el país transite en estos momentos por un difícil camino, signado por políticas de recuperación poco efectivas tanto a nivel interno como internacional, atentos a los cambios que está experimentando el mundo tras una serie de acontecimientos globales, tales como la guerra entre Rusia y Ucrania, entre otros hechos que la Argentina debería aprovechar para alcanzar una mejora en su postergación.
Dentro del panorama interno, el país debe comenzar a solucionar algunos aspectos que a diario obstaculizan su normal desenvolvimiento, interrumpiendo la productividad. En los últimos meses hubo una serie de acontecimientos que sería largo de enumerar, pero que han tenido en común ser contraproducentes para el proceso de recuperación del país. Cada hecho se ha caracterizado por mostrar una sociedad fragmentada en la que a nadie le interesa lo que le sucede al otro. Reclamos salariales desmedidos; reivindicaciones laborales y de derechos en distintos ámbitos; la falta de ética en distintos procedimientos oficiales y en otros sectores privados; el atropello de distintas organizaciones sindicales con paros, huelgas o manifestaciones en reclamo de mejoras sectoriales; atentados contra el ambiente en varias regiones del país; el accionar de los mapuches en el Sur y otras tantas expresiones de intolerancia social son comunes en una nación que necesita un mayor orden en todos los aspectos.
Lo curioso es que todos comprendemos la situación y hasta tenemos fórmulas para solucionarla, pero nadie las aplica con la rigurosidad necesaria para que realmente sean una salida al complicado panorama en el que estamos inmersos. Lo acontecido en el último Coloquio de IDEA (Instituto Para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) es una muestra de la desorientación que reina en el país. Mientras el ministro de Economía, Sergio Massa, dijo que la política tiene que "ceder" a ciertas apetencias y dar ejemplo de austeridad, el presidente Fernández se limitó a un discurso político intentando buscar culpables de la actual situación.
Hay que buscar soluciones y no encasillarse en el discurso que deslinda responsabilidades en los demás para tratar de sacar réditos políticos o justificar el mal accionar. El ejemplo de la vinculación de SMATA, a través de Ricardo Piugnanelli, con la automotriz Toyota, representada en nuestro país por Daniel Herrero, que oportunamente suscribieron un acuerdo para fortalecer la productividad de la empresa, es el camino a seguir. La clave está en la palabra "ceder" que no es otra cosa que llegar a acuerdos inteligentes en busca del bien común.
