El reloj marca las 19,30 horas y el pitazo del profe indica que el partido terminó y que el entrenamiento diario llegó a su fin. En el centro de la cancha, tres pequeños al grito de "¡chocolate, chocolate!", con salto incluido, anuncian al resto que se viene el "tercer tiempo": la copa de leche. Una de las grandes motivaciones para que cerca de 80 chicos lleguen tres días a la semana a la escuelita de fútbol que funciona en la Unión Vecinal del Barrio Aramburu.
Pero esa motivación de merendar junto al resto de los chicos no es lo único que brinda la escuelita que conduce Luis Argumosa. El otro gran pilar es la educación y por eso, en otro salón del gran predio se brinda ayuda escolar donde los chicos pueden hacer los deberes con ayuda de los mayores y sacarse las dudas que tengan con respecto a sus estudios.
Si bien es difícil que los chicos opten por esa clase auxiliar, el profe indica la importancia de que los pequeños que asisten allí se den tiempo para eso también y que dejen de lado la pelota, aunque sea por un rato: "El deporte con el estudio tienen que ir de la mano. No se pueden separar, hay que darle importancia a las dos cosas", cuenta Argumosa mientras sirve en vasos térmicos el chocolate caliente recién hecho por las madres. Y la lección que brinda el profe es un aspecto primordial y que escasea en el fútbol actual.
El profe, impulsor de la escuelita que encontró en ese polideportivo un espacio físico para poder contener a los chicos, es jugador de Desamparados en el Federal "A" y por vivencia propia busca dejarles esa enseñanza a los pequeños provenientes en su gran mayoría de ese barrio pero también de la Villa Lourdes: "Hoy en día si no tenés estudios es muy difícil encontrar trabajo, ellos si se lo proponen pueden darle la misma importancia al fútbol y al estudio" cuenta, y agrega: "Tenemos mucho diálogo con los padres, hablamos mucho sobre cómo es el comportamiento en sus casas y el rendimiento escolar. Siempre les digo a los chicos que si no estudian o se portan mal, no van a poder jugar. Me pasó que vino un papá y me dijo que no lo hiciera jugar porque se había portado mal y no lo pude citar", comentó Argumosa. En gran parte, la escuelita del barrio rivadaviense intenta imitar lo que sucede en los grandes clubes, por ejemplo en Estudiantes de La Plata desde la gestión de Juan Sebastián Verón, si un jugador no aprueba las materias en el instituto que funciona en "Bell Ville" no puede jugar los fines de semana.
Además de la copa de leche, que en muchos casos lamentablemente será el único alimento que los chicos recibirán durante el resto del día, hay otro aspecto que allí se destaca: la diversión. "El fútbol es sinónimo de diversión. Es fundamental que ellos entiendan que se tienen que divertir, jugar y que un resultado no les cambia la vida. No importa ganar o perder, lo importante es que se vayan siempre felices a sus casas, que puedan contar que un fin de semana tocó jugar con tal escuelita y que en la foto salieron todos abrazados". Y no sólo eso, además de la diversión la constancia y la disciplina también son materias que el fútbol debe inculcar. Cumplir con los horarios, asistir a los entrenamientos son leyes que los pequeños, de entre 4 y 15 años, ya saben a la perfección.
"Los chicos valoran mucho los pequeños gestos. Nos tocó ir a canchas de Peñarol, Alianza, San Martín y ellos se sienten importante. Nos tocó ir a Caucete, Albardón y pensaban que nos íbamos a otra provincia, es algo que te llena de mucho orgullo. Se sienten como jugadores profesionales, se suben al colectivo y se ponen auriculares para ir escuchando música porque dicen que eso hacen los jugadores grandes. Tienen toda una concentración como un profesional y está bueno que comiencen a tomar esos hábitos", remarca el DT ante la mirada atenta de sus dirigidos que miran con atención todo lo que él indica.
Todo eso que consiguió la Comisión Directiva del Barrio Aramburu, con aporte municipal y mucho amor propio, es digno de destacar. En ese potrero que hoy cuenta con poco pasto y pelotas desgastadas, los pequeños encuentran mucho más que fútbol: copa de leche, ayuda escolar y valores. Un combo perfecto que ayudará en un futuro no sólo a formar deportistas sino también a grandes personas.
Estudiar para jugar
Uno de los lemas que persigue la escuelita de fútbol del Barrio Aramburu es inculcar en los chicos el hábito del estudio y eso lo vivió Juan Ignacio Castillo. El chico, según contó su mamá Rita Zamora, estuvo dos meses sin poder asistir a la escuelita hasta mejorar su rendimiento escolar. "Juani" tiene 12 años y asiste a la escuelita hace tiempo pero su rendimiento en el Primer Año decayó mucho, es por eso que sus padres le prohibieron asistir hasta que mejorara sus notas y así lo hizo. Por eso, aprovechando las vacaciones escolares, volvió. "Extrañaba mucho pero entendí que tenía que estudiar y lo hice, me quedó solamente una materia por sacar así que mi mamá me dio permiso para que volviera", comentó. "No fue un castigo, sino que le hicimos entender que para jugar al fútbol debe estudiar, lo entendió y por eso volvió", expresó su mamá.
El Poli barrial que cobija promesas
La escuelita que hoy participa del Torneo "San Juan Cup" como "Aramburu", arrancó siendo "Potrero de Rivadavia" por iniciativa propia de Luis Argumosa, vecino ilustre de la Villa Lourdes. El actual jugador de Sportivo, juntó un par de pelotas y comenzó a enseñarles a sus vecinitos. Fue tanto el empeño de "Lucho" que pronto consiguió apoyo del municipio y también de la Comisión del barrio. "Es fundamental tener un lugar fijo. Los directivos y los padres hacen un trabajo enorme para que los chicos tengan todo".
Pequeñas promesas
URIEL OLIVARES
13 años
"El profe nos enseña siempre que tenemos que andar bien en la escuela para poder jugar. Yo vengo desde que arrancó la escuelita y mi objetivo es venir a divertirme, pasar el rato y jugar a la pelota que es lo que más me gusta".
LUCIANO NEIRAS
11 años
"A la mayoría de los que venimos nos gusta más jugar a la pelota que estudiar pero aprovechamos para poder hacer todo. Además compartimos un lindo momento porque nos divertimos jugando y después tomamos el chocolate que nos preparan".
URIEL SALCEDO
12 años
"Vengo hace dos años a jugar acá. Es lindo venir porque nos divertimos mucho, a pesar que no nos gusta mucho hacer los deberes ni tampoco ir a ayuda escolar, tenemos que hacerlo porque sabemos que nos tiene que ir bien"