A pesar del paso del tiempo, de la aceleración en el ritmo de vida de los adultos y de la evolución de los juguetes -en los que una pantalla es cada vez el elemento más dominante-, las plazas de barrio siguen siendo un lugar de encuentro para que los niños jueguen y conozcan nuevos amigos, una etapa irremplazable en el proceso de sociablización de los individuos.
Desde que nacieron las poblaciones en la historia del hombre, aparecieron las plazas, que funcionaron como patio urbano. Y entre ellas, la plaza de barrio continúa teniendo vida gracias a los niños. Como en estas tres historias, que suceden prácticamente todos los días en tres puntos diferentes de la ciudad: villa Storni, el parque de Chimbas y el barrio Marcó.
Casi todos los protagonistas sabían que hoy es una fecha especial, que los pone en el centro del escenario. En Argentina se celebra el Día del Niño desde 2013 el tercer domingo de agosto y hoy en esas plazas el momento de jugar será con nuevos regalos.
Charlas del día, columpio mediante
A Joaquín Arce (7) lo tomó por sorpresa la noticia. “¿El domingo es el Día del Niño?”, preguntó para luego quedarse un rato callado, pensativo, sin dejar de columpiarse en uno de los juegos instalados en el Parque Provincial de Chimbas. Es que las niñas del grupo estaban hablando del regalo que habían pedido para la ocasión, en otra tarde que compartían porque Antonella (6) y Estefanía Molina (10) visitaban a su abuela en el Barrio Pateta, donde también viven Mía Ortiz (7) y Joaquín, quienes van siempre al parque con las hermanas y allí se suma Mía Valdez (6), mientras su padre cumple tareas en el predio.
Así, muñecas con set de decoración para el pelo, tablets y patinetas conformaron el listado de los deseos, conversación que cambió de dirección cuando Mía Valdez aclaró que “lo que a mí no me gusta es el chocolate, pero sí tomo leche sola”. Luego de la despedida, Joaquín salió corriendo y casi sin aliento confesó: “Ya está, lo que yo quiero es una bicicleta”.
Festejo difícil de desprenderse
Candidato a ser nombrado como el barrio de las plazas en San Juan, el Marcó sigue siendo un formador interminable de amistades forjadas en pelotas, bicicletas, escondidas, pilladitas y charlas en un banco de hormigón. Como la que están armando Mateo Seninaglia (13), Valentín Martín (8), Julián (7) y los hermanos Nicolás (13) y Orlando Farrán (11) quienes todas las tardes se reúnen un par de horas a hacer lo que más les gusta, jugar.
Todos ya están al tanto que hoy es el Día del Niño y esperan algún regalo. Incluso los dos más grandes de la ‘barra’, Mateo y Nicolás, a pesar que ya se sienten un poco fuera del grupo de los agasajados. “La verdad es que todavía me gusta celebrar este día, aunque ya me siento un poco grande. Aunque es mejor si todavía recibo algún regalo”, reconoció Nicolás, mientras Mateo remató: ‘Sí, es mejor que venga todavía el regalo‘.
Más allá de Messi y Cristiano
Aunque no haya ni un centímetro cuadrado de pasto, con un picado de fútbol son los que le dan vida al terreno en Caseros y Correa, donde lindan el Barrio Dorrego y la Villa Storni. Y ante la evidencia que la pelota es lo que los une el tema de conversación debe empezar por ahí. Ante la consulta ‘Messi o Cristiano’, todos se rinden ante el jugador argentino.
¿Y quien es el mejor de todos? “Yo”, soltó con total naturalidad Ulises Moreno (12), que ratificó su primo Angel (10): “Es el más grande y nunca le podemos sacar la pelota”, para que se entienda que para ellos todo el mundo se circunscribe a lo que pasa en ese grupo, que también integran Nicolás Robledo (9), Fabricio Moreno (7), Thiago Godoy (7) y Juan Pablo Silveria (10).
Si falta alguno es porque está entrenando en algún equipo. Para hoy, salvo el benjamín Fabricio, que quiere una patineta, todos esperan botines, para seguir con la pelotita.