Desde arriba. Para poder ver la laguna del río Salado, los turistas debieron subir un cerro altísimo. El trekking no es peligroso, puede hacerse con chicos.

 

El verde de las cortaderas contrasta con el color de la tierra (similar al ladrillo) de algunos cerros. El marrón claro de la arena queda escondido bajo el blanco del salitre que dejan algunos hilos de agua del río Salado. Esa variedad de colores y paisajes, que no son los únicos que se pueden percibir en Ischigualasto, sorprendieron a los turistas de la provincia que recorrieron el parque durante el fin de semana largo y que disfrutaron de una de las nuevas joyitas de este lugar. Se trata del circuito Río Salado, un trekking que expone la variedad atractivos que tiene el Parque, que como siempre sucede fue la vedete de estas minivacaciones.

En medio de la inmensidad del Parque los turistas sintieron de cerca la tranquilidad y compartieron el reencuentro con la naturaleza, algo que todos dijeron extrañar debido a la cuarentena. Ganaron espacio, manteniendo la distancia, en varios rincones de Ischigualasto y no pararon de sacarse fotos. Algunos hicieron el circuito tradicional, en el que las gigantescas formaciones fueron admiradas hasta por las personas que ya las conocían; y otros optaron por recorrer los circuitos nuevos. El río Salado, o también llamado Agua del Colorado, fue uno de los más elegidos, a pesar de que significó poner en juego la resistencia física, pues debieron caminar 5 kilómetros para disfrutar de un maravilloso paraíso. Este circuito permitió a los turistas descubrir una faceta poco conocida del parque, pues la mayoría no podía creer que hubiera tanta agua y vegetación en medio de semejante desierto.

En familia. El circuito tradicional fue muy requerido por las familias.

 

Para las fotos. El circuito Río Salado tiene muchos rincones en los que es imposible no detenerse a fotografiarse.

 

El circuito Río Salado, fue la gran estrella de la vuelta del turismo interno. Al comenzar a descubrir este paraíso, el silencio fue lo primero que llamó la atención de los visitantes, pues las primeras postales que ofrece este paseo no difieren mucho de lo que se puede ver desde la ruta, al llegar al Valle, o al hacer el paseo tradicional por el parque. Sin embargo, a medida que los turistas avanzaron y en pocos segundos el paisaje cambió por completo. La tierra arenosa, se volvió más arcillosa y cada paso quedó marcado junto a algunas huellas de animales. El color del suelo también reflejó el cambio, pues el marrón pasó a ser anaranjado. El desierto clásico del parque comenzó a quedar en un segundo plano y la vegetación, hasta con pequeñas flores coloradas, empezó a llamar la atención de los visitantes que a cada rato repitieron "esto no parece Ischigualasto". Esta frase tomó más fuerza, cuando hilos de agua que ganaron terreno entre los gigantes cerros comenzaron a verse en el suelo. El agua, es lo que más sorprendió a los turistas, sobre todo, al llegar al final del recorrido, donde una cascada y una laguna que por momentos se vio verde, azul o anaranjada fue la frutilla de la torta.

Muy cerca. A lo largo de los distintos circuitos de Ischigualasto se puede ver de cerca algunos guanacos y otros animales.

 

 

  • Cómo en el verano, pero con abrigo

 

Aire libre. Muchas familias que recorrieron el río de San Agustín dijeron que disfrutaban de estar al aire libre.

El río y el dique de San Agustín fueron otros de los lugares elegidos por los sanjuaninos que visitaron Valle Fértil. Al igual que sucede todos los veranos, pero esta vez con mucho más abrigo, los turistas coparon estos rincones vallistos y disfrutaron del aire libre.

En familia o grupos de amigos estos espejos de agua se volvieron el punto de encuentro de personas de varios departamentos, quienes disfrutaron de rondas de mates, cada uno con el suyo por precaución, y de asados. Si bien el jueves fue el día más fresco del fin de semana largo, durante todas las jornadas los turistas optaron por estos paisajes para pasar un rato diferente. En el río, hubo música, muchas risas y niños jugando en la arena, como lo suelen hacer en pleno verano. Mientras que el dique fue el punto de encuentro de los pescadores o las familias que querían disfrutar del silencio.

El dique. En este espejo de agua hubo muchos grupos de familias y no se permitió la navegación.
Almuerzo grupal. Alejandro Suero realizó un asado para sus amigos. Llegaron de Santa Lucía y Capital.
Bailarines. Balian y Wilson Maturano, Luisa Soto, y Nildred Núñez disfrutaron la tarde bailando.

 

Fotos: Daniel Arias