Después de dos años de negociaciones, Gran Bretaña y la Unión Europea acordaron su separación con un documento de 558 páginas que contienen el Tratado de Retirada y una declaración de 26 páginas que define las futuras relaciones entre la UE y Gran Bretaña. Pero para que esto se pueda formalizar se deberá contar con la aprobación del parlamento inglés, que en un primer sondeo se ha llegado a la conclusión de que la mayoría de sus miembros no estarían dispuestos a prestar conformidad.
Esta postura es el resultado del ajustado referéndum realizado oportunamente para decidir la ruptura con la Unión Europea, definida por muy pocos votos a favor. La diferencia fue escasa lo que se ve reflejado ahora en gran parte de la sociedad y del Parlamento que consideran a esta separación como lo que realmente es: "un momento muy triste y una tragedia.”
Los documentos de ruptura fueron rubricados por la primera ministra británica, Theresa May, y los líderes de los otros 27 países que permanecen en la Unión Europea. Las deliberaciones para alcanzar el acuerdo de separación se iniciaron después del referéndum sobre el Brexit, realizado el 23 de junio de 2016, en el que el 51,89% de los británicos expresaron su voluntad de abandonar la Unión Europea, mientras que el 48,11% votó a favor de la permanencia en Europa.
Para que el acuerdo suscripto el sábado último en Bruselas pueda entrar en vigencia el próximo 29 de marzo de 2019, se debe contar con la aprobación del Parlamento Europeo y la Cámara de los Comunes británica, además de contar con la ratificación de los 27 países miembros de la Unión Europea.
En esta etapa es en la que se presenta el último escollo que deberán sortear las autoridades británicas para poner en marcha el Brexit. Se considera que Theresa May no contaría con los votos necesarios en el parlamento inglés por lo que hay expertos que vaticinan que "el acuerdo tiene cero posibilidades de superar la prueba del Parlamento”.
Los legisladores opositores a la aprobación definitiva del acuerdo de ruptura responden a una coalición de diputados euroescépticos del propio partido de May; los socios del partido unionista DIP, de Irlanda del Norte; los nacionalistas escoceses del NSP, y hasta un sector laboristas. Ninguno de ellos está dispuesto a avalar los términos del acuerdo por considerarlo desventajoso para el país.
Del resultado de esta compulsa dependerá el destino político de la primera ministra.
