Aquella excursión por Bahía Blanca seria inolvidable. Se convertiría en uno de los hitos de mi vida de periodista deportivo, que a medida que pasan los años se va consolidando como un recuerdo mágico, de ésos donde se confunden la realidad y aquello de "no te lo puedo creer”. En 1969 Sportivo Desamparados estaba lidiando en el torneo Regional, buscando un lugar en el torneo mayor de la AFA, el Nacional, que si lo lograba sería el primero en conseguirlo para nuestra provincia. En 1967 lo había intentado Atlético de la Juventud, hoy Alianza, y en 1968 San Martín. Es decir que esperábamos los sanjuaninos que ésta, la tercera, fuese la vencida. Como ocurrió finalmente pues los "víboras” lograron la ansiada clasificación y pusieron en la vidriera del fútbol grande a nuestro fútbol. Ya en el repechaje del Regional, pues había perdido la final para ir al Nacional con San Martín de Mendoza, le toco jugar con el "cuco” del torneo que era Olimpo de Bahía Blanca. Los bahienses traían en sus filas al uruguayo Tomas Rolan, que supo brillar en Independiente de Avellaneda, haciendo zaga con Rubén Marino Navarro, y el exarquero de Boca, Rubén Omar Sánchez. El partido de ida fue acá y empataron 0 a 0, de modo que esa semifinal se definiría en Bahía. Fui designado para cubrirlo por Diario Tribuna, y hablé con el dirigente de Sportivo Ricardo Posleman, de querida memoria, que me permitió viajar en el micro junto a la delegación.

"…Los "Víboras” lograron la ansiada clasificación y pusieron en la vidriera del fútbol grande a nuestro fútbol…” 

Un viernes a la noche partimos, junto a los colegas Hugo Rodríguez, Néstor Páez y el locutor Raúl Quintana, de Radio Colon. Fue largo y muy entretenido el viaje, amenizado por las divertidas ocurrencias de los jugadores. El partido se disputó el domingo por la tarde. Se jugó "a cara de perro”, y empataron 2 a 2, de modo que se vinieron los penales. Entonces se pateaban 3 penales seguidos por cada bando. El mencionado Zapata hizo los tres para Olimpo, de modo que toda la responsabilidad cayo en Angel Vega, que si uno erraba perdíamos la clasificación a la final. Y Angelito metió los tres. Pero quedaba una instancia, enigmática, nunca vivida. Desempataría la moneda. Así lo disponía el reglamento y en el medio de la cancha, el árbitro apenas se veía entre el montón de jugadores que lo rodeaban, presos de un nerviosismo desesperante. Voló la moneda y el salto que vi primero fue del "Pepillo” Rodríguez, y después los demás jugadores fueron un bulto de piernas, brazos y cuerpos rodando por el césped. Había ganado Sportivo y jugaría la final con Chaco For Ever. Pero la alegría fue inesperadamente interrumpida cuando las autoridades de la liga local pugnaban por entrar a la cancha pues, según decían, por reglamento debían atestiguar el sorteo. Afortunadamente, entre cabildeos, el árbitro no se los permitió y fue final feliz. La vuelta, ya para el lunes, fue un recorrido de risas, llantos y cánticos, que finalizaron por la noche en el estadio "puyutano”, donde los esperaba un millar de hinchas dispuestos a dar rienda suelta a su pasión.

Luego, Sportivo eliminaría a Chaco For Ever, y se clasificaría para el Nacional de ese año.

 

Por Orlando Navarro
Periodista