Según Michel Foucault (Filósofo, psicólogo y teórico social francés 1926-1984) los conceptos de naturaleza sexual y sexualidad se originaron en la temprana cultura cristiana, y en la modernidad llegaron a ser manejados con técnicas disciplinarias y terapéuticas que operan para "ordenar” a los individuos en discursos normalizadores y en identidades. "Las Luces, que han descubierto las libertades, han inventado también las disciplinas”, decía en su célebre Vigilar y Castigar. Para el pensador francés, la sexualidad es un constructor normalizador de la modernidad. No pensemos aquí que Foucault es muy original. Una de las principales autoras en el desarrollo inicial del feminismo radical -Shulamith Firestone- proponía una serie de cambios sociales necesarios para acabar con la sociedad patriarcal, entre los que se incluía la abolición de la familia nuclear, como podemos ver en el siguiente texto: "Al igual que para asegurar la eliminación de las clases sociales se requiere la rebelión del proletariado y el control de los medios de producción, para eliminar las clases de sexo se requiere la rebelión de las mujeres y el control de la reproducción: no sólo la restitución del control completo de su propio cuerpo a las mujeres, sino también su control de la fertilidad y de las instituciones sociales de educación de los niños. Y así como la meta final de la revolución socialista no era sólo la eliminación de los privilegios de clase, sino la propia eliminación de las clases en sí mismas. Así, la meta de la revolución feminista tiene que ser, a diferencia de lo que perseguía el primer feminismo, no sólo la eliminación de los privilegios masculinos, sino la eliminación de la diferenciación sexual en sí misma: las diferencias genitales entre los seres humanos no tendrían importancia cultural” (La Dialéctica del Sexo, 1970).
Grave error. Lo fisiológico no es todo, pero es indicativo de la sexualidad binaria complementaria. La autopercepción psíquica de lo sexual es subjetiva, y puede ser errónea o cambiante. Y eso nos complica la mirada completa y natural de la sexualidad humana.
Lo fisiológico no es todo, pero es indicativo de la sexualidad binaria complementaria. La autopercepción psíquica de lo sexual es subjetiva, y puede ser errónea o cambiante. Y eso nos complica la mirada completa y natural de la sexualidad humana.
Para Foucault, mientras Oriente -China, Japón, India, comunidades árabes- creó una sofisticada e impersonal arserotica, Occidente desarrolló una scientiasexualis más centrada en el control y en el autodominio del placer, por influencia del cristianismo. Lo que Foucault omite decir es que el cristianismo no quiso "envenenar a eros” -la expresión es de Nietzsche-, sino darle un cauce humano ordenado, tanto en lo privado (condena del deseo del otro no libre) como en lo social (condena del incesto). El cristianismo, según Friedrich Nietzsche, habría dado de beber a eros un veneno, el cual, aunque no le llevó a la muerte, le hizo degenerar en vicio. El filósofo alemán expresó de este modo una apreciación muy difundida: la Iglesia, con sus preceptos y prohibiciones, ¿no convierte acaso en amargo lo más hermoso de la vida? ¿No pone quizás carteles de prohibición precisamente allí donde la alegría, predispuesta en nosotros por el Creador, nos ofrece una felicidad plena? Falta en este autor, un aprecio más justo de lo que propone el cristianismo, amigo de las alegrías auténticas de lo humano. Sólo con virtudes se alcanza la felicidad. Según Foucault el concilio de Trento fomentó la confesión y el examen de conciencia, y ello condujo al examen detallado de lo sexual. Se llega según él a la sexualidad "administrada”.
En los últimos tiempos hemos sido testigos de una "explosión discursiva” en torno y a propósito de la sexualidad, no siempre bien entendida. El papa Francisco llama a la promoción de la educación sexual integral, capaz de armonizar todas las dimensiones de lo humano, sin soslayar también lo psíquico y espiritual. ¿Comprenderemos que también la sexualidad es un regalo del Creador?. Pero lo hemos de asumir desde el amor y la responsabilidad, no desde una ideología totalizante que busca abolir las diferencias y la naturaleza.
Por el Pbro. Dr. José Juan García – Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo.
