Para la madre, la verdad se presentó dolorosa la madrugada del viernes pasado. Cansada de llamar sin éxito a su hija de 14 años para saber cómo estaba, buscó contactarse con otra madre y ahí supo que su niña le había mentido sobre el destino de la salida para la que pidió permiso: no había ido con otra amiga de similar edad a una reunión (sería un cumpleaños); en realidad, ambas habían salido a juntarse con otros jóvenes, mayores que ellas, entre los que se incluía un policía. Según fuentes judiciales, la mujer aludió a que su hija le contó que tanto esa salida como otra anterior, días atrás, habían tenido el mismo objetivo, es decir ir a ver a sujetos mayores en una casa de Pocito. Y le aportó un dato que le resultó grave: la chica le confesó que tuvo relaciones sexuales consentidas con al menos un policía, aunque no se descarta que hubiese sido con dos (no se sabe si en el mismo momento) porque le aportó dos nombres de supuestos uniformados en medio de un relato entrecortado y confuso por los nervios y la tensión del momento, precisaron. La otra menor también habría tenido sexo consentido con un sujeto mayor, que no sería policía.
La investigación también alcanzará a la otra menor y supuesto novio
Aclarar ahora ese punto es medular para avanzar en la investigación y lo primero a determinar es cuánto hay de verdad en la existencia del hecho, es decir en la ocurrencia del encuentro sexual, pues de esa situación podrían desprenderse otras cuestiones para nada menores, como saber si entre esos sujetos mayores hay efectivamente uno o más policías, o ninguno.
Si se constata que realmente hubo miembros de la Fuerza implicados en relaciones sexuales con una de esas menores, será el juez de Instrucción Guillermo Adárvez quien deberá establecer si existió o no un delito sexual, por la presencia aparente de un condimento especial: el presunto consentimiento de la menor.
Esa investigación podrá ampliarse a la otra menor y también al sujeto con el que habría tenido sexo.
Para avanzar será necesaria la revisión médica de la hija de la denunciante y, algo igual de prioritario, escuchar su propio relato de los hechos para que una psicóloga evalúe si miente o no con relación a lo que denunció su madre.