La heterogeneidad etaria y de clase fue el rasgo sobresaliente de la multitud que colmó ayer la Plaza de Mayo para decir ‘no a la impunidad. Ni un genocida suelto‘, en respuesta al fallo de la Corte Suprema de Justicia que concedió el 2×1 a un condenado por delitos de lesa humanidad.
La organización cultural ‘La Chilinga’ acompañó al son de los bombos.
Organismos de derechos humanos, agrupaciones sociales y partidos políticos encabezaron ayer la multitudinaria manifestación. Dos horas antes de comenzar el acto, que empezó a las 18, la Avenida de Mayo y las diagonales Norte y Sur fueron el escenario en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de la marea humana que marchó hacia la histórica plaza convocada bajo la consigna ‘Señores jueces, nunca más un genocida suelto‘.
Mientras en San Juan y en las principales ciudades del país se expresaba el mismo descontento, la marcha en la ciudad de Buenos Aires tuvo la composición habitual de las concentraciones que cada 24 de marzo se congregan frente a la Casa Rosada para repudiar el último golpe cívico-militar.
Los fuerte presencia de los distintos gremios enrolados en las dos CTA y la CGT aportaron la presencia de trabajadores que se mezclaron con profesionales, estudiantes y familias enteras que, portando improvisados carteles, expresaron su repudio al polémico fallo del Máximo Tribunal.
Entre los partidos políticos se contaba la presencia de varios dirigentes del Justicialismo bonaerense. Los nietos recuperados Juan Cabandié, Horacio Pietragalla y Victoria Donda, nacidos en cautiverio y hoy dirigentes políticos, participaron del acto.
‘Le tengo miedo a los abuelitos genocidas‘, decía la leyenda escrita sobre una cartulina rosa que Lucía -de 8 años- llevaba con orgullo. Abrazos, reencuentros, sonrisas, lágrimas y un marchar codo a codo para ‘resguardar la memoria colectiva‘, -según se leía en la pancarta de la organización Artesanos y Artistas en Lucha- fue el paisaje sobresaliente de la manifestación.
Abundaron los puestos de venta de choripanes y gaseosas, pines con la cara del Che Guevara, Perón, Evita y Néstor y Cristina Kirchner, remeras con la leyenda ‘Nunca Más‘ y ‘No al 2×1‘.
Una larga hilera de hombres, mujeres y niños se formó desde temprano frente a los puestos instalados en la Plaza de Mayo para recibir uno de los 30 mil pañuelos blancos donados por una textil, que fueron mantenidos en alto por la multitud durante el acto convocado por los organismos de derecho humanos.
Unas cuadras más allá, sobre la calle Bolívar y con mate en mano, un grupo de estudiantes del Nacional Buenos Aires improvisaban una bandera para participar de la marcha y con cierta dificultad, pero con ganas, dibujaron pañuelos blancos sobre la tela.
El repudio a Elena Highton de Nolasco, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, los tres jueces que votaron a favor del fallo que abrió la puerta al beneficio del 2×1 para los genocidas de la última dictadura cívico-militar, fue constante en cánticos y carteles.
‘Corte Suprema de injusticia, corrupta, inmoral, libera a la muerte. Son 30 mil presentes‘, decía la leyenda escrita sobre una cartulina alzada por un niño llevado en andas por su padre, que bailaba sobre Avenida de Mayo al ritmo de los tambores del grupo de percusión ‘Chacarera y Liberación‘.
Mas entrada la noche, casi al finalizar el acto, sobre el asfalto de Hipólito Yrigoyen y con la intervención de niños de diferentes edades quedó dibujado con velas encendidas el pañuelo que desde hace 40 años identifica a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
‘Tiqui, tiqui, toca, toca, la memoria no se toca‘, fue el grito eufórico de la multitud cuando la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y Taty Almeida, cerraron el acto con un ‘30 mil detenidos-desaparecidos presentes, ahora y siempre‘. En San Juan, una gran cantidad de personas marchó por la Plaza 25 de Mayo y luego se trasladó hasta el Juzgado Federal. Télam