
Celebrando sus tres décadas de trayectoria, The Beats aterrizó anoche en el complejo del Auditorio Juan Victoria en la gira despedida de su última producción: 30 Años de Homenaje. La considerada mejor banda Beatle del mundo subió a escena puntual, apenas pasadas las 20.30, arrancando los aplausos de los sanjuaninos que asistieron a la función, aunque no lograron colmar la sala.
Una vez más, la recreación de la música de los cuatro fabulosos de Liverpool, estuvo fielmente interpretada por el conjunto creado en 1987 por los hermanos Patricio y Diego Pérez.
Los intérpretes rosarinos causaron sensación con el repaso de temas clásicos como All my loving, All together now, Obladí oblada y Yellow Submarine, y otros más específicamente dirigidos a los amantes de la banda de culto, en una puesta pensada en bloques cronológicos con el soporte de dos pantallas colocadas en los laterales de la sala y otra en la parte superior.

La representación de cada momento histórico también estuvo apoyada por la escenografía compuesta por atinados elementos de utilería, luces y un sonido impecable. Además, las pausas utilizadas por la agrupación para los cambios de vestuario -algunas algo extensas pero necesarias-, fueron utilizadas para la proyección de imágenes explicativas de las experiencias de cada uno de ellos al llegar a los míticos estudios Abbey Road y otros datos claves como la narración de la grabación de sus materiales, además de la historia de Los Beatles.

Para la ambientación de cada acto, además de cambiar los instrumentos según las distintas épocas musicales, The Beats lució el vestuario completo que Paul McCartney, Ringo Starr y los fallecidos John Lennon y George Harrison utilizaron en sus actuaciones, entre 1962 y 1970. Así, a lo largo del show, los artistas se cambiaron de vestuario en varias ocasiones, pasando de los trajes negros, a las chaquetas rojas y a los pantalones corte oxford y sus corbatas anchas y a rayas, entre otros atuendos.
"¡Muchísimas gracias, estamos muy contentos de estar acá!’, dijeron los músicos para alentar a la platea, que exteriorizó sus emociones aplaudiendo con sus palmas en alto, coreando e interactuando con ellos, una vez que entraron en clímax en una noche cargada de magia y psicodelia.

