
Olga Flores de Varas cumpliría 101 años. Ella falleció en Barreal, el pasado 8 de este mes. Nos dejó muy tristes, porque sus familiares y conocidos no pudimos despedirla como ella se merecía, a causa del contexto de aislamiento que estamos viviendo. Quedará pendiente una celebración y una despedida llena de aplausos, como el que tantas veces recibió al ser homenajeada por su tarea docente, ocasiones en que demostró su oratoria y su capacidad de expresión, heredada de sus padres. Mientras tanto es oportuno, en el día que estaría festejando su cumpleaños, recordarla con una síntesis de lo que fue su larga vida. Nació el 27 de mayo de 1919 en Chos Malal, Neuquén, donde sus padres, docentes también, se habían radicado para formar una familia muy numerosa. Olga, la más pequeña de 9 hermanos, vivió su niñez en ese lugar y luego en Buenos Aires donde se recibió de maestra. Dio sus primeros pasos en la docencia en la localidad de Gaiman, provincia de Chubut y finalmente, al formar una familia con el barrealino Aristóbulo Varas, llegó a estas tierras sanjuaninas de donde nunca quiso salir. Al llegar a San Juan tomó un cargo en una escuela de Niquivil y recién en el año 1950 consiguió traslado a Barreal a la Escuela Nacional 141, hoy "Martin Gil". Lejos de su familia de origen adoptó a "los Varas" y se vinculó cálidamente con ellos y con todos aquellos barrealinos (imposible nombrarlos a todos) que se acercaban a su casa a conversar con ella. Olga crió a sus tres hijos: "Michi", también docente, de quien conoció hasta bisnietos, "Pupy", un enamorado de Barreal, tierra que a ella le recordaba a su Chos Malal natal, y "Panchito", a quien penosamente despidió a los 6 años de edad.
Llevó adelante un trabajo genuino brindando día a día, no sólo lo mejor para instruir a sus alumnos, sino también para educarlos en valores. Esos "niños" (como ella los llamaba), hoy ya abuelos, le demostraban su cariño y respeto cuando se la cruzaban por la calle. Era una mujer comprometida con su labor. Participó activamente en todos los actos de la comunidad educativa y junto a otros directores y padres formó parte de una comisión que se ocupaba de buscar soluciones a carencias de las escuelas de la zona. Años más tarde se jubiló. Pero dejó huellas imborrables por su ejemplo, fiel al ideario de Sarmiento. Pasó sus últimos años contemplando el paisaje que podía verse desde la galería de su casa, recordando a sus padres, a sus hermanos y las cientos de anécdotas que tenía de su paso por las aulas. Sin dudas, doña Olga fue una ciudadana ilustre de Barreal que recordaremos por sus enseñanzas, sus frases oportunas, sus jaleas o sus pícaras respuestas.
Por Analía Varas
DNI 5.260.969
