Se moría el partido en Rawson. Iban 3 de los 6 minutos del adicional que el árbitro Cesar Castro había decidido. Unión era voluntad, amor propio y hasta desesperación mezclada con impotencia. San Martín, ordenado y sacrificado seguía con su plan de partido y parecía que la infartante definición por penales era una realidad. Pero en ese minuto 48", salió la contra para Unión, la peinaron en el medio y le quedó la pelota limpia para el pique de Paulo Oballes. El ex Árbol Verde no dudó y cuando se movió el muy buen arquero Romero, la clavó allá abajo. Inatajable. Un gol de otro partido para un Unión que no había podido encontrar la vuelta para sacarse de encima al Verdinegro iglesiano que en ese minuto final, se quedó sin nada. Un premio para la entrega del Azul que lo buscó aún sin lucidez, pero tal vez demasiado castigo para San Martín que fue tremendo rival. Pero los partidos son así y el fútbol entrega esos capítulos dramáticos e inolvidables, sentenciando la historia que dirá que Unión empatando 1-1 se transformó en finalista de la Copa de Clubes Campeones, ganando la serie ante San Martín de Rodeo.
La final de la edición 55 de la Copa sería el domingo 3 de abril en el Estadio del Bicentenario.
Antes hubo un partido más que bien jugado por los de Rodeo. Sorprendiendo en el primer tiempo con la línea de tres en el fondo, con Rodrigo Caballero de punta y cerrándole todos los espacios a Unión que fue al frente y en las que generó, se topó con el enorme Rodolfo Romero que sacó todo. Una a Reinoso, otra a Olivares y una más a Rebeco. Con eso, sostuvo el empate hasta que a los 35" entre Lepe y Michel García armaron una muy buena jugada que terminó en el gol de San Martín para silenciar al 12 de Octubre.
En el complemento, Unión se jugó el resto aun sin la lucidez y el volumen de juego que sus ambiciones precisaban. Solera metió todo lo que tenía en el banco y terminó con tres puntas pero sin poder generarle peligro en serio a San Martín. Pero fue y fue. Con la bandera de la angustia y el corazón en la mano para terminar encontrando en ese fulminante ataque del más chico de los Oballes, el gol de la clasificación en una serie durísima ante un San Martín que no se guardó nada.