Desde el inicio de la actual gestión de gobierno, el tema de los inmigrantes ha sido una permanente preocupación para las autoridades nacionales, aunque ha pasado el tiempo y no se han tomado las medidas correspondientes. Ahora, con el problema desbordado, ante el incesante flujo de extranjeros que ingresan a la Argentina provenientes de otros países latinoamericanos, y algunos inconveniente mayores como la gran cantidad de inmigrantes apresados por actos delictivos, se impone la necesidad de reorientar la política migratoria.
En el caso de los extranjeros delincuentes, el Gobierno debe ser inflexible ante la idea que se ha considerado desde un principio de expulsar a todos los que sean sorprendidos delinquiendo. No se puede tolerar que quienes ingresan al país, en algunos casos ilegalmente y en otros argumentando la intención de trabajar honestamente, sean partícipes de ilícitos, algunos de ellos muy graves.
La decisión de deportar a más de 1.000 extranjeros que han cometido delitos ha recibido algunas observaciones de los organismos de derechos humanos, pero se debe tener en cuenta que no debe haber tolerancia, especialmente con un sistema carcelario colapsado.
El otro problema, el del flujo de extranjeros que ingresa a diario, impone la necesidad de un control migratorio que determine el destino de estas personas. La imposibilidad de que Buenos Aires u otras ciudades sigan recibiendo inmigrantes, determina la necesidad de un acuerdo con las provincias para reorientar los lugares de destino.
El propio director de Migraciones, Horacio García, ha expresado que para avanzar en el tema, primero hay que resolver el problema de la minoría de extranjeros que viene a delinquir y luego, en un segundo plano, direccionarlos a las provincias. Delo contrario, con la proyección a 10 años, Buenos Aires va a explotar por la cantidad de inmigrantes.
Estamos ante una situación muy delicada ante las incesantes corrientes migratorias que se originan en países en conflicto. Las facilidades que ofrece Argentina para establecerse en un ámbito seguro, de paz social y posibilidades de trabajo y progreso, son muy atractivas a la hora de elegir este país como destino. Por ello es muy factible que este flujo migratorio siga creciendo, lo que determina la necesidad de legislar o implementar medidas de acción directa para controlar este fenómeno que se está dando a nivel mundial.
