Las vacunas génicas son una esperanza en la lucha contra el Covid 19. Su origen se remonta a mediados del siglo pasado, cuando se descubre que el desarrollo de los seres vivos y la transmisión hereditaria se debe a la información contenida en el Acido Desoxirribonucleico (ADN). En las células humanas el ADN está perfectamente organizado en cromosomas y dentro de ellos, hay segmentos llamados genes que actúan replicándose como unidades funcionales de la herencia, mientras otra parte permite que el ADN se copie y transcriba en ARN mensajero. Este ácido, parecido al ADN, es el que lleva la información genética, a la maquinaria celular para que en orgánulos del citoplasma llamados Ribosomas, se construyan las proteínas. A la totalidad del conjunto de genes de un organismo se lo denomina Genoma.
Cuando los científicos comprendieron la estructura de los genes y la información que portan, comenzaron a aislarlos y combinando ADN de genes de dos organismos distintos, lograron transferir a otro, una característica deseada. Al nuevo ADN, obtenido artificialmente en el Laboratorio, se lo llama ADN recombinante y estas manipulaciones de genes constituyen la base de la Ingeniería Genética, aplicable a la producción de fármacos, proteínas, obtención de plantas transgénicas, estudio de enfermedades genéticas etc. A fines del siglo XX, mediante manipulaciones similares, se comienza a aplicar en el diseño de vacunas.
Hasta entonces, como los virus sólo se desarrollan en células vivas, era riesgoso aislarlos, cultivarlos y manipularlos para hacer vacunas. En el siglo XXI, a la experiencia en manipulación de genes se sumaron avances como la Bioinformática, la Nanotecnología y la Inteligencia artificial, que aceleraron los procedimientos para descifrar genomas, seleccionar los genes responsables de la producción de las proteínas que actúan como antígenos e, incluso, sintetizarlos artificialmente. Conocer el genoma del virus, seleccionar los genes o segmentos que codifican proteínas antigénicas e introducirlos en los organismos humanos para generar respuesta inmune es la base de las nuevas vacunas génicas.
Hay organismos que almacenan la información genética en el ARN, en vez del ADN. Es el caso del coronavirus, responsable de Covid-19.
Las vacunas génicas que se están probando actualmente utilizan dos mecanismos para presentar el antígeno viral al sistema inmunitario humano. Un mecanismo, utiliza ARN mensajero, seleccionado del genoma viral y producido sintéticamente, encapsulado en nanopartículas lipídicas, a fin de facilitar la penetración en las células humanas. Ese ARN mensajero lleva la información a fin de que las células humanas construyan en sus ribosomas, la proteína antigénica que, en este caso, es la proteína S de la espícula viral. Una vez formada, sale de la célula y desencadena la respuesta inmune humoral, mediada por anticuerpos y celular, mediada por linfocitos T que aseguran la memoria para posibles nuevas infecciones. Esta metodología nunca ha sido comercializada y es la base de la vacuna de Pfizer y Moderna.
El 2do mecanismo transporta la fracción genómica viral que contiene el ARN codificador de antígeno, en Vectores que son otros virus no infecciosos, que han sido recombinados, para que porten esa fracción. Es la base de la vacuna de Oxford, que usa como vector virus de chimpancé, y la Sputnik 5 que usa dos adenovirus respiratorios humanos (uno para cada dosis). Ya existen vacunas elaboradas con esta plataforma, como el caso de las vacunas contra el Ébola y el MERS.
En las dos plataformas tecnológicas usadas, el material genético viral transportado por la vacuna no llega al núcleo celular humano para generar respuesta inmune. Por lo tanto, no se puede integrar a su genoma ni transformar a los vacunados, en seres transgénicos. Las vacunas sólo se aprueban cuando atraviesan varias fases de pruebas y su seguridad y eficacia, son evaluadas según riesgos y beneficios, por exigentes entes regulatorios internacionales. Actualmente se está a la espera de esa autorización.
Para saber más
Los antígenos son los responsables de la unión del virus a las células humanas para producir la infección. El organismo humano se defiende produciendo anticuerpos. Pero hasta que los forma, a veces, la enfermedad ha hecho estragos. Las vacunas, entrenan anticipadamente al organismo para que cuando el antígeno ataque, los anticuerpos ya estén formados.
Por María Antonia Sansó Santos
Licenciada en Bioquímica
