Dos notas aparecidas en este diario informan acerca de una situación vitícola, que obliga a observar las nuevas condiciones que plantea el cambio climático. Por una parte la vendimia se ve amenazada por la alta humedad que se registra como consecuencia de lluvias atípicas en esta época del año. Por otro lado se adelantó la cosecha de uva de mesa en Carpintería, una primicia habitual de Albardón, gracias al factor ambiental.
La mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos adversos requiere una investigación constante para predecir el rendimiento de los cultivos, como lo hace el INTA en nuestro medio. Además ya se cuenta con un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) sobre el impacto del clima a nivel mundial en las cosechas de arroz, trigo, maíz y soja, producciones vitales para la Argentina.
Los estudios científicos señalan que la adaptación y la tecnología son fundamentales para hacer frente al futuro incierto de muchas plantaciones. Esto incluye la búsqueda de variedades más resistentes a las nuevas condiciones ambientales y replantear hábitos y costumbres culturales. España, el mayor productor vitivinícola del mundo, ha tenido que adelantar la vendimia a los meses más cálidos, como consecuencia de una mayor rapidez en la sucesión de los estados fenológicos.
El caso español es paradigmático en cuanto a la importancia de la vitivinicultura en la economía. Hasta el año pasado tenían más de 967.000 hectáreas, la mayor plantación del mundo y es, además, el principal exportador de vinos con 22.100 millones de litros, con un cuota del mercado global del 22%, superando a Francia e Italia en las exportaciones tradicionales.
Aunque la vid es una planta rústica que se adapta a regiones con pluviometrías elevadas o soporta sequías pronunciadas, como ha ocurrido en San Juan, el cambio climático supera esos parámetros y enciende la alerta para buscar recursos de supervivencia. Pero hay otras amenazas tan preocupantes como el factor meteorológico para reaccionar de inmediato: el económico.
Es que el aumento de la temperatura en el planeta está provocando que el cultivo de la vid se instale en países con escasa o nula tradición vitivinícola como China, India, México, e incluso en regiones septentrionales del Reino Unido. Es más, en nuestro país ya se habla de los vinos de la costa atlántica, en tanto los enólogos europeos advierten que probablemente el cambio climático provocará que surjan nuevos vinos o afianzar la tendencia de los denominados "terroir", o de terruño en la denominación de origen.
