Después de quedar en el ojo de la tormenta por los abusos en el Instituto para niños sordomudos Próvolo de Mendoza -por los que dos curas recibieron una condena histórica en la Justicia de 42 y 45 años, respectivamente-, el Vaticano pidió perdón por este horror y negó encubrimiento por parte de la Iglesia.
El comisario nombrado por el Vaticano para el Instituto Próvolo, el obispo auxiliar de La Plata, Alberto G. Bochatey, afirmó ayer en un comunicado que "la Iglesia nunca encubrió a los sacerdotes en cuestión" y que "toda vez que la Justicia argentina libró exhortos o pedidos a las instancias que corresponden en la Iglesia, ésta respondió según derecho, en tiempo y forma. Nunca ocultó información ni quitó colaboración", afirmó.
Bochatey dijo que "mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no sólo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse".
"El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar, una vez más, nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad", se explicó en el texto.
El comisario apostólico indicó: "respetamos la decisión judicial de Mendoza y esperamos que traiga paz a las víctimas que han sufrido tanto".