El Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires señaló que la malnutrición en las personas mayores afecta el proceso de envejecimiento, advirtió que su prevalencia se encuentra en aumento y alertó que la alimentación equilibrada fue reemplazada por otra basada en grasas saturadas.
El proceso de envejecimiento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se inicia a partir de los 60 años. Desde el punto de vista funcional, se determina que la vejez comienza cuando se ha producido un 60% de los cambios fisiológicos atribuibles a la misma.
La pérdida de peso involuntaria está asociada a un aumento, entre otros, del riesgo de mortalidad y de pérdida funcional y se relaciona con la ingesta dietética inadecuada, la pérdida del apetito (anorexia), la atrofia muscular (sarcopenia) y los efectos inflamatorios de la enfermedad (caquexia), entre otros, informaron de acuerdo a datos de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG).
"La malnutrición en las personas mayores afecta el proceso de envejecimiento y su prevalencia se encuentra en aumento", alertaron en un comunicado.
En Argentina, las personas mayores representaban 14,1% de la población en el Censo del 2010 y 15,5% en la proyección poblacional del 2019.
La Sociedad Española de Gerontología y Geriatría (SEGG) mencionó a la actividad física y a la alimentación saludable como dos estrategias de intervención para prevenir o, cuando menos, reducir la fragilidad (pérdida de fuerza y resistencia).
Así, la inactividad es factor de riesgo de primer orden en el desarrollo de la fragilidad, mientras que la actividad física ha demostrado su eficacia en retrasar e incluso revertir la fragilidad y la discapacidad.
A su vez, el prototipo de alimentación equilibrada, variada y saludable es la dieta mediterránea, rica en cereales, frutas, verduras, hortalizas y legumbres, con un alto aporte de hidratos de carbono complejos.
La nutricionista Erika Noelia Srypnik remarcó que "en los últimos tiempos, este tipo de alimentación fue reemplazada por una de tipo hipercalórica e hipergrasa, alta en sodio y en hidratos de carbono simples (azúcares), con un gran protagonismo de productos ultraprocesados". "La ingesta en esta población se puede ver afectada por la pérdida de piezas dentarias y el deterioro cognitivo", resaltó.