En la evolución natural de las vides en el mundo las que primero aparecieron fueron las uvas negras o tintas. Por una mutación natural luego aparecieron las uvas blancas. En la piel u hollejo están presentes los pigmentos que le van a dar color al vino. Por ende, las tintas o negras tienen, dependiendo de las variedades, muchos pigmentos que las blancas no tienen. En estos pigmentos se encuentran en gran porcentaje las sustancias que se les atribuyen efectos benéficos en el vino tinto. No es que el vino blanco no las tenga, pero en bajas proporciones. Por eso las recomendaciones médicas por efectos benéficos para la salud apuntaron siempre al vino tinto.
Una noticia muy interesante viene de Europa. Vinetur publicó recientemente una noticia reveladora que puede cambiar el panorama del vino blanco. Se trata de un novedoso procedimiento, protegido bajo "secreto industrial", que eleva sustancialmente la concentración de Flavanoles, compuestos con propiedades beneficiosas para la salud extraídos de uvas autóctonas
Señala el articulo que la bodega Terras Gauda y el CSIC han profundizado en su larga trayectoria de colaboración para desarrollar un proceso pionero, protegido bajo la figura de "secreto industrial" de titularidad mixta, que potencia de forma natural las propiedades biosaludables de los vinos al incrementar sustancialmente la concentración de Flavanoles extraídos de la uva.
Los Flavanoles son un tipo de polifenoles en los que se incluyen las Catequinas, Epicatequinas, ésteres del ácido gálico y otro grupo de compuestos que derivan de los primeros, y que se engloban bajo el nombre común de Proantocianidinas. Dentro de este último grupo destacan las Procianidinas B1 y B2. Todos ellos, avala el CSIC y las numerosas publicaciones científicas al respecto, de probado efecto beneficioso para la salud humana.
Gracias al proyecto de investigación Biofunciogal, un estudio científico ha permitido, por primera vez, elevar de forma natural la concentración de Flavanoles en los vinos de las tres variedades blancas de vid autóctonas que cultiva Terras Gauda: Albariño, Loureiro y Caíño Blanco.
El vino Albariño ha sido el que ha presentado los niveles más altos, con más de 160.000 ng/ml, y el que evidenció una mayor diferencia entre el testigo y el vino sometido al proceso de enriquecimiento. Le siguieron el de Loureiro (más de 120.000 ng/ml) y el de Caíño Blanco (más de 100.000 ng/ml).
Cantidades que suponen, en algunos casos, aumentar hasta mil veces la concentración de Flavanoles gracias al conocimiento de las variedades desarrollado durante los muchos años de colaboración entre la Misión Biológica de Galicia-CSIC y Terras Gauda, así como del suelo donde se cultivan, del manejo que requiere cada variedad y de los diferentes procesos de elaboración.
NO SE ALTERA EL SABOR DEL VINO
Este innovador proceso, cofinanciado por CDTI (Biofunciogal), se ha llevado a cabo en los viñedos y la bodega de Terras Gauda a partir de muestras de 2015 y 2016. "No se producen desviaciones a nivel organoléptico respecto al vino testigo procedente de la misma uva", explica Emilio Rodríguez, director enológico de Terras Gauda. "Es más, en alguno de los parámetros de cata analizados, podemos considerar que se mejora".
Este proyecto forma parte de Biofunciogal, en el que participan otras empresas y grupos de investigación con diferentes cultivos. Terras Gauda y la MBG-CSIC cuentan con la colaboración en este estudio del Departamento de Farmacología de la Universidad de Santiago de Compostela.
Por otra parte, ya existen trabajos científicos previos que demuestran las propiedades antiinflamatorias y antioxidantes de los Flavanoles en diversas patologías relacionadas con trastornos del metabolismo.