Hay que explicarle al consumidor de vinos para que entienda y no caiga en la desesperación de no entender nada y termine por último no comprando vino y elija otra bebida sustituta más “simple” a su entender. A parte de conocer de variedades y estilos como los espumantes, tardíos, licorosos, etc hoy es bombardeado con el concepto de orgánico, biodinámico y natural. Son tres prácticas enológicas que definen toda una concepción filosófica y que no pararon de ganar terreno en los últimos años. Pablo Ponce Tiviroli, comunicador del vino y columnista en publicaciones especializadas como Vinetur y creador del blog The Big Wine Theory, señala que a nivel mundial, cada vez son más las bodegas que trabajan vinos con estilos que van por un camino diferente a la elaboración tradicional, superando la idea de la moda en vigencia o el gusto particular por ellos. Con esto nos referimos a cuestiones mas importantes y filosóficas: hablamos ya de un estilo de vida.

 

 

Se trata del cuidado por el medio ambiente y del entorno. Además, se enmarca en la tendencia de saber realmente qué es lo que incorporamos a nuestro cuerpo, que cada cobra más fuerza. Y el vino, justamente, no se queda afuera. Cientos de bodegas han comenzado a implementar estudios y trabajos de sustentabilidad o acciones más específicas, como medir la ‘huella de carbono‘. Y si de productos finales hablamos, el mercado de vinos orgánicos, biodinámicos y naturales es parte de dicha tendencia. Veamos que significan en realidad.

 

*Vinos orgánicos: carecen de prácticas agresivas e invasivas desde el viñedo, en los cuales herbicidas, pesticidas y fertilizantes o cualquier producto tóxico industrial están prohibidos. Solamente se emplean insumos para la prevención de enfermedades y éstos deben estar permitidos por las certificadoras, que son las que determinan si se cumplen con los requisitos necesarios para calificar como producto orgánico final. En su elaboración, se permite la clarificación con albúmina de huevo y bentonita y otros productos enológicos. También, se puede realizar corrección de acidez con ácido tartárico y agregar anhídrido sulfuroso, para la conservación del mismo, pero con limitaciones especificadas.

 

Vinos Biodinámicos: El origen de estos vinos se encuentra en la Antroposofía de Rudolf Steiner, ciencia que combina la medicina, la homeopatía y la astrología. Es fundamental que, para que un vino o viñedo sea biodinámico, primero se rija por prácticas orgánicas. Por lo tanto, el uso de pesticidas o cualquier otro elemento químico en las vides no está permitido. Todo producto que se utilice tanto en la tierra como en las plantas debe estar elaborado in situ y lleva el nombre de ‘compost‘. Además, el uso de fertilizante natural (guano) debe estar producido por animales que se encuentren en el predio, teniendo como fundamento una propuesta autosustentable apoyada en tres elementos: finca, animales y plantas. Los trabajos de cosecha, bodega y hasta degustaciones, son guiados a través de un calendario lunar y astrológico. La certificadora a nivel mundial que rige estos vinos se llama Demeter.

 

Vinos naturales: Las uvas para producir estos vinos son fermentadas sin ningún tipo de intervención, sólo con levaduras indígenas (naturales de la uva). No se permite la adición de anhídrido sulfuroso, ni corrección de acidez, azúcar o clarificación mediante el uso de coadyuvantes. Al igual que los vinos biodinámicos, también se rigen por un calendario lunar, solar y astrológico. La diferencia más importante (quizás comercial) respecto a los vinos anteriores es que no existe ninguna certificación oficial que avale estos productos. Más allá de las similitudes y diferencias, lo interesante es que este tipo de productos ayudan a la diversidad y atracción de nuevos mercados. Por un lado, apuntando concretamente a cierto público definido y, por otro, captando nuevos adeptos.