Extrema pobreza. En este rancho vivía la nena violada con su hermanita, su mamá (desde ayer libre) y su padrastro, procesado con prisión preventiva.

Se la ve mejor, sonríe, no se queda en un rincón, no se retrae. Quiere salir del terrible tormento, negarlo, borrarlo. Por eso pide que ahora la llamen por su segundo nombre y no por el primero, "porque me van a decir que soy la hija violada de mi padrastro", disparó con bronca y angustia ante los psicólogos. Y les remarcó: "Quiero que se quede preso para siempre, hasta que se haga viejo y que no vuelva a ver a mi hermana". Razones no le faltan a esa niña de 11 años para pensar así, para sentir así. Durante dos años fue víctima de un trato tan violento por parte de su padrastro, de 41 años, que la peor parte fue un crudo despertar sexual: manoseos a los 9 años, violaciones sistemáticas a partir de los 10 hasta que tuvo 11, quedó embarazada y debió ser sometida a un aborto legal, el 3 de abril pasado, pues su vida corría peligro. El caso se denunció el 28 de marzo, cuando una docente sospechó y la llevó a un centro sanitario. Ese día la niña admitió que su padrastro la violaba y su mamá no lo sabía.

En la vereda opuesta el violador, jornalero, casi sin instrucción, alguien sin culpas ni arrepentimientos, inmaduro sexualmente, controlador, violento, cosificador de la gente a la que busca sacarle provecho. Un sujeto que entre sus vecinos se ganó la fama de trabajar poco, de pedir plata y no devolverla. Alguien que hasta vendió algunos de los electrodomésticos que consiguió su pareja.

También un sujeto con un razonamiento muy infantil, al punto de que ante los psicólogos intentó un argumento increíble: dijo que la culpa de todo la tenía la misma víctima.

La tercera protagonista de esa historia de violencia y pobreza extremas, es la madre de la niña, de 29 años, persona marcada por tratos despectivos y abusivos en su propia familia. Según los psicólogos, alguien que soportó con humillación y sumisión al jornalero, padre de su hija menor, pues así se sentía elegida, amada, protegida. Los profesionales le escucharon decir que su propio abuelo abusó de ella cuando niña y concluyeron que en su casa en lugar de ayudarla con su discapacidad motriz en su mano y pie izquierdos, potenciaron sus problemas y la hicieron sentir aún más discapacitada.

Según el informe, cuando los abusos sexuales de sus hermanos amenazaron a su hija mayor, decidió irse de la casa y encarar una vida en un rancho con su pareja en Médano de Oro, Rawson. La misma nena, tal como anticipó este diario, permitió abrir otra investigación cuando acusó a tres tíos de abusarla: dos de ellos ya detenidos por atacar sexualmente a 4 primos de la menor.

Psicólogos y psiquiatras fueron claves para desligar a la joven madre: dijeron que a pesar de su precaria manera de pensar y sobrellevar su situación, lo más saludable para su vida eran sus hijas y que está en condiciones de cuidarlas. Por eso el juez Alberto Benito Ortiz, que la indagó por abandono de persona, la liberó. También desestimó el pedido de la fiscal Claudia Salica para considerarla partícipe necesaria de los abusos sexuales. Es más, ayer el juez ordenó al Estado hacer todo lo posible para favorecer el "sano desarrollo" de la joven y sus hijas.