Cargados de bolsas, carritos y una que otra mascota, los ucranianos regresaban a la capital, Kiev, algunos con lágrimas en los ojos y otros nerviosos por volver a casa tras la retirada de las tropas rusas desde las afueras de su ciudad.
Una semana después de que las fuerzas rusas se retiraron de los poblados del norte de Kiev, dejando tras de sí edificios arrasados y cadáveres en algunas calles, las autoridades han advertido a la población que no es recomendable regresar en estos momentos a la capital, por temor a una nueva ofensiva.
Sin embargo, para muchos de los que regresaron ayer a la concurrida estación de tren del centro de Kiev, el deseo de ver a sus padres ancianos o de continuar con sus trabajos pesaba más que cualquier preocupación por la seguridad.
Algunos trabajadores regresaron sin sus familias, dejando a sus esposas e hijos en la relativa seguridad del oeste de Ucrania, mientras que otros se apresuraron a recoger sus pertenencias antes de volver a salir. Algunos dijeron que habían vuelto para quedarse, al menos por ahora.
"Quiero ver a mis padres, son ancianos", dijo Olena Oleshyntseva, que llegó a la estación de tren de Kiev después de quedarse en la vecina Moldavia por seguridad. Empezó a llorar mientras susurraba: "Soy su hija".
Para Ksiusha Lysyk, de 24 años, que trabaja como manicurista, el sentimiento era el mismo. Sólo quería ver a sus padres. "Echaba de menos Kiev, echaba de menos mi casa", dijo.
En un jueves soleado, había más señales de que algo más parecido a la vida normal volvía a Kiev. Había personas que salían a trotar por la mañana, las mujeres paseaban con sus perros y las campanas de las iglesias convocaban a los creyentes a un servicio religioso matutino.
Algunos jugaban al ajedrez en el parque mientras sonaba una sirena antiaérea.
Los puestos de control del Ejército y controles de carretera en las calles de la ciudad recuerdan a los residentes que la vuelta a la vida normal puede estar aún muy lejos.
Alrededor de la mitad de la población de Kiev, una ciudad de unos 3 millones de habitantes antes de la guerra, ha huido, dijo el alcalde de la ciudad, Vitali Klitschko, a principios de este mes, advirtiendo a la gente que debe esperar un poco antes de regresar.
En el mercado de Zhytniy, uno de los más antiguos de Kiev, en un edificio soviético en ruinas donde los suelos son irregulares y los mostradores están agrietados, las hileras de puestos de venta de fruta, carne, queso e incluso calcetines vuelven a llenarse lentamente.
Ihor Ostapenko, quien tiene un puesto de venta de frutas, verduras y hierbas recolectadas en la región de Kiev, se mostró desafiante ante la posible amenaza de una nueva invasión y despreció las advertencias de las autoridades municipales mientras volvía al trabajo.
"Hoy en día hay menos gente", dijo, mientras colocaba puñados de hierbas. "¿Por qué deberíamos tener miedo? Rusia se ha ido. ¿Por qué deberíamos tener miedo de los cadáveres?".
Los cafés y restaurantes están reabriendo, y uno de ellos, ZigZag, en un distrito de moda de Kiev, vuelve a poner mesas y sillas en la acera. "Ahora hay mucha más gente. Mucha gente ha vuelto a Kiev. Hace dos semanas, la ciudad estaba completamente vacía, sin gente", dijo Kostia Yastreb, gerente de la cafetería. "Hace una semana, había 20 personas al día. Ahora recibimos a unas 60 personas al día, y el número seguirá aumentando, estoy seguro".
El Ministerio del Interior de Ucrania cifró ayer en más de 400 las víctimas civiles en la región de Kiev tras el paso de las tropas rusas, aunque matizó que el número de muertos está sujeto a modificaciones a medida que las autoridades ucranianas se asientan en las zonas liberadas.
Rusia, suspendida en el Consejo de Derechos Humanos
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) suspendió ayer a Rusia del Consejo de Derechos Humanos por la invasión de Ucrania, que pidió a la alianza militar atlántica "armas, armas y armas" para enfrentar la ofensiva rusa en el este del país.
La iniciativa, impulsada por Estados Unidos y sus aliados tras denunciar una matanza de civiles en la localidad de Bucha, cercana a Kiev, logró 93 votos a favor, incluido el de la Argentina, 24 en contra y 58 abstenciones.
La resolución expresa la "profunda preocupación" de la Asamblea General "por la actual crisis humanitaria y de derechos humanos en Ucrania, en particular ante las informaciones de violaciones y abusos de los derechos humanos", a veces "sistemáticas", y "violaciones del derecho internacional humanitario por parte de la Federación de Rusia". "Los criminales de guerra no tienen cabida en los órganos de la ONU destinados a proteger los derechos humanos. Agradecido a los estados miembros que apoyaron la resolución y eligieron estar del lado correcto de la historia", celebró el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, en su cuenta de Twitter.
