Al menos ocho personas murieron en Nueva Zelanda por el ciclón Gabrielle, entre ellas una niña de dos años que fue arrastrada por las aguas, informaron ayer las autoridades locales.

La tormenta se desvaneció en el Pacífico Sur pero dejó tras de sí un rastro de destrucción y sufrimiento en la Isla Norte, una de las dos principales de Nueva Zelanda.

Cerca de 10.000 personas tuvieron que desplazarse y varias ciudades y pueblos siguen sin electricidad ni agua potable. Según las administraciones locales, hay decenas o incluso centenares de comunidades a las que todavía no se pudo contactar. La policía confirmó ayer una octava muerte como consecuencia de la tormenta, una persona que se cree falleció ‘tras quedar atrapada en el agua de la inundación’.

En la región de Hawke’s Bay, Ella Louise Collins, su marido y sus dos hijos quedaron atrapados en su casa cuando llegaron las aguas. ‘El agua estaba a unos diez centímetros del techo de nuestra casa y subió de forma extremadamente rápida y violenta’, escribió Collins en Facebook el jueves.